Todo en esta vida es frágil y susceptible de fracturas, no hay nada que resista y perdure, que pueda vanagloriarse de no haber sufrido rupturas o tropiezos. A veces, las reparaciones son sencillas y no requieren gran ciencia, sin embargo, resulta mucho más complicado cuando hablamos de corazones aniquilados, similares a troncos cercenados y caídos, a los que solo el tiempo logró sanar renaciendo con raíces nuevas.

No existe ser humano sobre la tierra que no las haya sufrido, somos seres mortales con sentimientos vulnerables a flor de piel, necesitamos armaduras, distancias, silencios para encerramos y aislarnos, tiempo para reestructurarnos y convalecer en soledad.

Comprendo que sería imposible pedir la infalibilidad, si la misma tierra se dividió formando continentes, si el volcán mostró su dolor candente sin restricciones y sus lágrimas de fuego rodaron ladera abajo solidificándose como rocas lunares. ¿De qué privilegio gozo yo?

No soy pues la excepción a la regla, no es que me ufane de ellas, yo no las solicité, se escribieron sin permiso en mis renglones, siguieron mis pasos de manera silenciosa resultándome imposible huir y permanecer ilesa. Las modificaciones llegaron de diversas maneras, con música calma y silenciosa, o resonantes y violentas inundando mi espacio seguro, trastocándome, cimbrándome por entero.

Desde entonces, tengo otra forma de apreciar y de sentir, porque todo cambió conmigo comenzando en mi corazón. Y aunque lo deseé con todo mi ser, no pude permanecer inamovible ni continuar siendo la misma. Y no es que se me hayan dado nuevos ojos, sino otra manera de mirar. Sí, así exactamente fue, lo confieso.

Comprendo que las fracturas que suceden a los otros no son muy diferentes de las mías propias. Humanos todos al fin. Así pues, concluyo que convivo con seres quebrantados que se han reconstruido a base de peldaños ascendentes, que han edificado escaleras para salir de sus abismos, a los que les han crecido alas invisibles. Y entonces siento un gran respeto, pues viendo las cosas así, las fracturas también son el inicio y el punto de partida de un ser modificado y más fuerte, aunque no se perciba en las radiografías.

 

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