Estamos en blanco con los planes de Donald Trump. Hoy descubriremos la dimensión y la profundidad de sus amenazas. No sólo para México sino para el mundo entero. Aquí sabemos que si nos doblamos o ejecutamos mal las respuestas a las deportaciones y aranceles, el país la va a pasar muy mal.
Canadá está tan expectante como nosotros, aunque ellos tienen la intención de echarnos del T-MEC para quedarse con el lugar que ocupamos como el mayor socio comercial de Estados Unidos. China también tiene que asimilar otra ronda de aranceles y una relación difícil.
Para Ucrania la vida puede cambiar en una semana. La amenaza de quitarle el apoyo económico de hasta 60 millardos de dólares puede ser trágico. De todas las decisiones de Trump, Ucrania es la más delicada en el corto plazo.
La intuición nos dice que apretará a Vladimir Putin para que llegue a un acuerdo con Volodimir Zelenski. ¿Cómo? La negociación es que ambos cedan. Lo que había sugerido hace más de dos años Henry Kissinger: Ucrania cede los territorios donde viven mayoritariamente las etnias rusas y Rusia para su agresión. Esa solución hubiera salvado cientos de miles de vidas. La tarea de Occidente, decía Kissinger, será integrar de nuevo al pueblo ruso al comercio y a la convivencia pacífica como era antes de la invasión. Mantener una secesión, una guerra fría no es bueno para nadie.
Los europeos argumentan (sobre todo Polonia), que ceder territorio sería invitar a Putin a una nueva invasión. Eso es remoto. Rusia está más debilitada de lo que parece. Dejó ir a Siria en dos semanas, su economía no tiene remedio y menos si el precio del petróleo baja.
Si Putin no acepta, Estados Unidos y Europa pueden reforzar a Ucrania y la guerra continuaría sin que Rusia pudiera ganar. Los líderes de Alemania, Francia e Inglaterra lo tienen bien claro: nunca se darían por vencidos ante Putin. El riesgo entonces sería una guerra mayor. Putin puede contra Ucrania pero jamás podría contra la OTAN.
La ventaja de China en la geopolítica es que no depende del corto plazo. Trump estará sólo cuatro años en el poder. Xi Jinping lleva 12 años en el poder, le faltan 3 o más. Su sucesor llevará una política semejante de tensionar la cuerda con la amenaza de invadir y recuperar Taiwán. Las escaramuzas cotidianas del Ejército Rojo no llegarán a la invasión porque sería el infierno para Taiwán y también para China.
La única solución para Taiwán y los Estados Unidos es acordar una reunificación a largo plazo. China puede esperar si sabe que en 20 o 30 años logrará el sueño de todos sus líderes desde Mao Zedong: unir a Taiwán. La sabiduría está en el acuerdo como el que logró Hong Kong en 1997, cuando se creó un país con “dos sistemas”. A Hong Kong y a Macao no les ha ido mal.
¿Podrá Trump “hacer grande a Estados Unidos” de nuevo? Eso está en duda. Si cierra las puertas al comercio con aranceles, si maltrata a sus socios de la OTAN y lastima a sus principales socios comerciales perderá competitividad. Los chinos rebasaron a EEUU en los autos, la fabricación de acero, las manufacturas masivas de casi todo y ahora compiten por la IA. Literalmente se están comiendo todos los mercados que antes dominaban Europa, Japón y Estados Unidos. El siglo XXI no será el de Estados Unidos como lo fue el siglo XX. Este es el siglo de China a pesar de todas sus dificultades. Pero todo es pura intuición.
