Seguramente en alguna ocasión usted ha tenido que soportar amigos y personas de pensamiento negativo. Estas disfrutan siendo emisarias de malas noticias, contagiando temores y visiones apocalípticas que construyen futuros fatalistas. Esparcen el miedo con murmuraciones que eclipsan la luz del pensamiento, enferman el ánimo y generan desesperanza sobre el futuro. Algunas de estas “aves de mal agüero” solo repiten lo que escucharon de otro pesimista, no tienen opinión propia, se destacan por su carencia de optimismo y su fatalismo desbordante.

Este podría ser el caso del gobernador de Querétaro, el panista Mauricio Kuri González, quien sugirió que México está al borde del precipicio y pidió prepararse para lo peor: “Nuestro país va a enfrentar enormes desafíos; como nunca antes, nuestra soberanía, dignidad, tranquilidad y bienestar están en riesgo”. Divergente a esta visión apocalíptica el diputado federal, presidente de la Comisión de Economía, Miguel Salim, muestra optimismo y no concuerda con este fatalismo rampante y espera “que el gobierno de Trump traiga beneficios”.

Otra actitud diametralmente opuesta al pesimismo fue la de la Presidenta y empresarios reunidos en el Museo Nacional de Antropología para desglosar y analizar la propuesta del Plan México. Este ambicioso proyecto busca convertir al país en la décima economía mundial mediante 13 metas clave enfocadas en disminuir la pobreza, reducir desigualdades y promover el desarrollo sostenible.

El Plan contempla un portafolio de inversiones nacionales y extranjeras, públicas y privadas, por 277 mil millones de dólares. Además, el secretario de Hacienda y Crédito Público destacó que una estrategia coordinada con Canadá y Estados Unidos, en el marco del T-MEC, podría reemplazar el 10% de las exportaciones chinas a la región, lo que incrementaría el PIB de México en 1.2%.

Es cierto que los escépticos podrían argumentar que, con anterioridad, “los gobiernos han realizado muchas reuniones para hablar de grandes planes que nunca se concretan” y podrían tener razón. Sin embargo, ante las amenazas, es preferible soñar y trazar oportunidades que sucumbir al derrotismo y la inacción. Soñar es el punto de partida de toda gran hazaña capaz de transformar vidas y sociedades. Pero convertir un sueño en realidad requiere algo más que inspiración: demanda visión estratégica y valentía para superar los obstáculos en el camino al éxito.

Por desgracia, las personas con pensamiento negativo causan un daño considerable a su entorno, debido al efecto Pigmalión. Este fenómeno psicológico y pedagógico se refiere a la influencia que tienen las expectativas de los demás en la conducta y creencias de las personas. Si se cree que algo malo va a ocurrir, existe una alta probabilidad de que así sea, pues las expectativas negativas condicionan nuestras acciones. El efecto Pigmalión debe su nombre al mito griego del escultor Pigmalión, quien se enamoró de una estatua que talló, la cual cobró vida gracias a la intensidad de su deseo.

El sector privado consideró que el Plan México abrirá puertas a inversiones gracias a sus objetivos claros y plazos definidos: el qué, el cómo y el cuándo. Así, el presidente del CCE, Francisco Cervantes, comentó: “Abarca todas las preocupaciones que hemos planteado; se enfocó en infraestructura, inversión pública, privada y mixta”. Por su parte, BBVA prevé un buen desempeño del crédito en México para 2025, confiando en el crecimiento del país por su cercanía con Estados Unidos.

Finalmente, la era Trump podría representar para México tanto amenazas como oportunidades. En este contexto, es crucial realizar un análisis FODA: identificar fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas. Este ejercicio permitirá determinar objetivamente en qué aspectos México tiene ventajas frente a su vecino del norte y en qué áreas necesita mejorar para competir y salir fortalecido.

Recordemos lo que Trump escribe en su libro: “Aplasta a los débiles y respeta a los fuertes en una negociación”. Este es el desafío que México debe enfrentar con estrategia y determinación.

En una conferencia a estudiantes en California, el genio de las comunicaciones Marshall Mac Lujan preguntaba a su auditorio “¿quién es una persona feliz?”. Finalmente, no respondían acertadamente y les obsequió la respuesta: “Una persona feliz es aquella que logra albergar en su pensamiento ideas e imágenes sonrientes, amables y optimistas”. ¡Mi estimado lector, inicie su año con pensamientos felices, no se convierta en ave de mal agüero!

 

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