“Soy un hombre como el común, que me he dedicado a lo que más me gusta con gran apasionamiento, con mis grandes defectos como humano y la relativa hipocresía con la que se porta uno en la sociedad”.
Así se describió el prominente doctor Proceso Sánchez Ortega, ilustre tulancinguense que hizo importantes aportaciones al mundo de la homeopatía, aunque en su pueblo natal prácticamente no se menciona. Es en una botica ubicada en la calle de Independencia en el centro de Tulancingo, donde yacen una lona grande con su rostro y frase, del otro lado una fotografía sus libros y busto entre las botellas ahí donde precisamente se surten de esta medicina alternativa conocida como “chochitos”.
El doctor Proceso Sánchez Ortega fue un pionero y fundador de la escuela médica homeopática mexicana; nació en 1919 en Tulancingo, Hidalgo en una familia humilde y logró estudiar medicina a pesar de dificultades iniciales. Se graduó como médico homeópata en 1942 y dedicó su carrera a la enseñanza, investigación y práctica de la homeopatía, formando a generaciones de médicos y ayudando a miles de pacientes.

Con sonrisa amable y trato especial individual se le recuerda a quien daba consulta y clases en un edificio ubicado a unos pasos del jardín La Floresta. El maestro Proceso Sánchez Ortega hizo importantes contribuciones a la doctrina homeopática, especialmente en el estudio y clasificación de las enfermedades crónicas o miasmas. Explicó conceptos como la curación, las causas de la enfermedad, la diferencia entre fuerza vital y principio vital, lo digno de curarse en el paciente, concepto del fatalismo de persistencia; composición del hombre; espíritu, alma y cuerpo, los miasmas, entre otras muchas más.
También ha difundido estos conceptos a través de Homeopatía de México para enseñar la homeopatía ortodoxa de manera sencilla y completa. Falleció en 2005, hace más de una décadas se le rindió un homenaje póstumo y después se fue al olvido.
