La suspensión definitiva en el juicio de amparo que lograron las asociaciones filantrópicas del estado y el Consejo Coordinador Empresarial de León, es una oportunidad para que el Gobierno del estado cambie de rumbo. Aún no queda clara la razón de la extinción del fideicomiso (Fidesseg) que administraba apoyos a múltiples emprendimientos sociales del sector empresarial.
Fue en los últimos días del gobierno de Diego Sinhue Rodríguez cuando el Congreso, dominado por el PAN, decidió en forma unilateral exhortar a terminar con el acuerdo.
Recordamos que la iniciativa de pagar un poco más de impuesto (0.3 %) a la nómina para apoyar a esas asociaciones, vino de personas con elevado sentido social. Al decir de las fundaciones, todo iba bien. Los recursos se aplicaban a múltiples causas. Como ejemplo están las sinfónicas para niños que ayudan a un cambio cultural en muchas comunidades o casas cuna como “Amigo Daniel”, una institución filantrópica que ha salvado a través de los años a miles de niñas y niños de la violencia y el abandono.
Luis Ernesto Ayala, quien fuera líder de esa mayoría panista, nunca explicó con claridad por qué exhortaron a estatizar el fondo, simplemente obedeció. La última noticia que tuvimos fue una muy penosa nota sembrada en Reforma a ocho columnas aduciendo corrupción y abusos en el Fidesseg. Algo que ni el gobierno, ni el periódico han probado o han descrito con precisión. Un recuerdo amargo de lo que hizo López Obrador: acusar a instituciones de corrupción sin soporte de pruebas o responsables. Con ese pretexto se destruyó la obra de infraestructura más importante de Latinoamérica, el aeropuerto de Texcoco.
Por fortuna la gobernadora Libia García tiene la oportunidad de retomar un diálogo abierto, sincero y sin guerra mediática contra el empresariado estatal.
El buen gobierno puede demostrar que no es por medio de largos litigios la solución. El sector empresarial no es el que más votos aporta, ni el que puede llenar plazas o lograr que el PAN permanezca en el poder. Eso depende de un gran gobierno, porque a cañonazos de ayudas sociales, Morena no tiene rival.
Libia García cuenta con Jorge Jiménez Lona, secretario de Gobierno, uno de los mejores políticos de su generación. Acaba de sumar a Sergio Santibáñez, ex delegado del IMSS en Guanajuato, para darle apoyo en la Secretaría de Desarrollo Social (“¿Nuevo comienzo?”). Ellos saben hacer política y eso es lo que falta para construir acuerdos. Por error de cálculo arrinconaron a las instituciones, traicionaron la palabra y rompieron la confianza. Se puede corregir.
Seguro que no es un tema de dinero, el gobierno goza de buena salud financiera con unos 31 mil millones de pesos en bancos. Por los argumentos que han dado y la difusión de notas inexactas, pareciera que hay algo oculto en la administración de fondos.
El PAN y su gobierno no pueden competir con Morena bajo la misma estrategia. Deben diferenciarse y modernizar la administración y la política con el concurso de todos quienes puedan ayudar. Tan sólo recordar la figura de Roberto Plascencia Saldaña y su contribución al Foro Cultural, es muestra de que la mejor forma de gobernar es poner a todo mundo a trabajar por el Bien Común.
Desenreden ese pleito legal (político) como muestra de buen oficio. Es urgente.
