En todos los medios se habla de “traición” a El Mayo Zambada porque su abogado Frank Pérez acusó a Joaquín Guzmán López, hijo del Chapo, de secuestrarlo en acuerdos con la justicia de EEUU. Lo confirma Anabel Hernández, periodista que ha cumplido más de 20 años siguiendo la pista de políticos y el Cártel de Sinaloa.
Hay quienes dudan de que el “chapito” se haya animado a traicionar al jefe de jefes, al veterano líder del CS. Al día siguiente de la detención de El Mayo, surgieron versiones de que un piloto norteamericano había llegado a Sonora desde Nuevo México en un pequeño avión Cessna 205 para llevar al capo a Las Cruces.
En la versión del engaño, de la traición, se dice que Guzmán López habría invitado a su víctima a una revisión de pistas clandestinas en el norte de Sonora. Esa versión parecía soportar el uso de una pequeña avioneta, útil para volar lento y a poca altura. De inmediato el piloto Lary Parker, dueño del Cessna, se deslinda del hecho y dice ser un visitante asiduo de Sonora. Sus viajes eran de recreación por la caza y las buenas relaciones con amigos locales.
Luego se confirmó que el avión en el que habían llevado a El Mayo a Santa Clara en el condado de Doña Ana o Dona Ana en Las Cruces, Nuevo México, era el turboprop Beechcraft King Air que había llegado desde Hermosillo. Los videos del arribo y la presunta detención parecen más que claros. Si a El Mayo lo llevaron de paseo o por la fuerza, resulta imposible que las autoridades del aeropuerto de Hermosillo no supieran quién era el pasajero.
Después de cada versión surgen más preguntas a las que el gobierno federal, el Ejército y la fiscalía de Sonora no dan respuesta. Entre más pasen los días sin explicaciones, la historia tomará muchas bifurcaciones. Traición o entrega en muchas tonalidades, ese es el dilema.
A expertos como el periodista Jorge Fernández Meléndez, les parece imposible que El Mayo hubiese sido traicionado o llevado en contra de su voluntad a EEUU. Dentro de todo lo que no sabemos (sólo somos espectadores) intuimos la injerencia cotidiana de los investigadores del FBI en todo lo que sucede en el país. La DEA trabaja en tierra, tiene contactos, infiltra agentes y conoce el detalle del tráfico de drogas; el FBI y la CIA van más allá.
Tan sólo hay que recordar cómo Oliver North vendió armas a Irán para entregar el dinero a los “contras” en Nicaragua, con la bendición de la administración de Ronald Reagan en los 80. No podemos olvidar el proyecto “Rápido y Furioso”, con el que el gobierno norteamericano envió armas a México para saber cómo las usarían los cárteles, sin importar las víctimas.
Lo más probable es que la información verdadera llegue cuando comiencen las audiencias de El Mayo y Guzmán López. Desde que se llevó a juicio al Chapo en Nueva York, no habíamos tenido tanta expectación. Oficialmente el gobierno de EEUU no hablará sobre los hechos, para esto tiene voceros informales.
En la oposición se frotan las manos porque esperan divulgaciones sobre la injerencia del CS en las elecciones. Se van a quedar con las ganas, a Washington no le conviene sacudir a México con escándalos políticos. Durante décadas contaron con un arsenal de información sobre la corrupción de los políticos mexicanos y sólo en raras ocasiones la usaron.
Lo que sí sabemos es que la detención ayuda a Kamala Harris y perturba a Trump y sus amigos en México.
