El 9 de abril ha sido declarado Día Mundial de la Adopción. En León, con una marcha pacífica, familias adoptivas y ciudadanos con empatía hacia la restitución de los derechos de NNA (niñas, niños y adolescentes) alzamos nuestra voz para que esta realidad que nos ofende a todos, cambie.
Según datos del Centro de Estudios de Adopción y el INEGI, en el 2021, el número de NNA sin cuidados familiares en el País puede estar cerca de los 40,000 y de acuerdo a mi estimación, en Guanajuato, cercano a los 800. Cuando el Pleno del Senado aprobó en el 2019 una ley que buscaba garantizar mayor protección a NNA que se encuentran en desamparo familiar, particularmente aquellos en situación de abandono, exposición o institucionalización (condición de vivir en un albergue), queriendo ayudar, terminó por “amolar”, por complicar el asunto, pues hizo si no imposible, más difícil, la adopción y el acogimiento familiar.
En México, a diferencia de otros países, se ha complicado -y de más- la adopción y el acogimiento. Si bien es cierto que debido a los abusos a la niñez la legislación ha debido endurecerse, también es cierto que las condiciones sociales han cambiado por la crisis de nuestro modelo económico que genera grandes diferencias entre los ricos y los pobres, llevando a la orfandad y a la desprotección a miles de pequeños. Adoptar es aceptar la patria potestad sobre un NNA y el acogimiento es recibir temporalmente a uno de ellos para que viva en el seno de una familia mientras se resuelve su situación de orfandad.
Es una realidad que la niñez es el eslabón más débil, junto a la vejez, para mostrar las fisuras del tejido social. La orfandad es una realidad, lo mismo que lo es el abandono. Las casas hogar, los orfanatos, en México no deberían existir; son un remedio parcial al problema. Creadas con ganas sinceras de ayudar, ya por particulares o por instituciones religiosas, no suplen lamentablemente a la familia. Los pequeños abandonados o en condición de ser adoptados, deberían desde el inicio de su proceso de adopción vivir en hogares que cumplan con requisitos idóneos para acogerles, para protegerles, en tanto son adoptados por familias con certificados de idoneidad. Está comprobado en el mundo occidental que el seno familiar aún temporal, de una familia “de acogida”- es mejor o menos malo que una casa hogar.
La reformada ley federal y estatal como su espejo, buscando agilizar y transparentar los procesos de adopción -pues cada vez es mayor el desbalance entre miles de parejas que buscan adoptar en relación con los cientos de pequeños que buscan ser adoptados-, arruinan la vida de miles de NNA. Las estadísticas de UNICEF y del DIF nacional muestran que el denominado “certificado de idoneidad” es difícil de lograr y que permitiría que una pareja fuera candidata a la adopción, está diseñado para cansar a los más pacientes. El efecto: los años que los pequeños esperan en “casas hogar”, son definitivos para la formación de su personalidad y generan retrasos terribles.
Estimo que el 30% de los pequeños que habitan en albergues, son susceptibles (“liberados”) de ser adoptados, en tanto que el resto está en forma transitoria mientras se resuelve su situación jurídica, lo que puede durar años. Los programas de familias sustitutas temporales (familias de “acogida”) ayudan a que los chiquillos tengan periodos de apoyo en seno de las familias ya sean familiares biológicos o no, pero esto a condición de no entrar a procesos naturales de acercamiento con los pequeños, dado que la familia receptora no puede, ni podrá adoptarlos.
En Guanajuato necesitamos agilizar los trámites. Obtener un certificado de adopción puede durar hasta un año, lo mismo que el de acogimiento, lo que inhibe que alguien lo obtenga. Son meses de viajes, gastos, burocracias que lo hacen casi imposible.
Hace años, cientos de familias leonesas “acogían” a NNA en periodos vacacionales, fines de semana, para crear redes de apoyo a los pequeños. Esto ahora está penado y postra a los pequeños a estar encerrados en los orfanatos, haciendo imposibles incluso las visitas de buena voluntad. Se requerirán nuevos esquemas, enorme generosidad de las familias, nuevas estrategias, presión social, redes de organizaciones civiles, que busquemos que la legislación sea más sencilla y los pequeños que están en proceso de ser adoptados, puedan pasar temporadas, en “familias de acogida”. Ojalá fuera un regalo para los pequeños de parte de nuestro Congreso local. Es indispensable, es urgente.
MTOP
