Hace un par de días, mientras observaba con fascinación y azoro cómo las cenizas de Octavio Paz y Marie-José Tramini eran depositadas en el monumento que su amigo Vicente Rojo concibió para ellos en una de las aulas del Colegio de San Ildefonso -donde el poeta estudió cuando era la sede de la Escuela Nacional Preparatoria y al cual le dedicó su apacible Nocturno-, no podía dejar de formularme en silencio la misma pregunta: ¿cómo habría vivido y enfrentado el cuarto de siglo que ha transcurrido desde su muerte, cuál habría sido su actitud ante la anhelada derrota del PRI en el 2000, la victoria de Vicente Fox -y su estrepitosa decepción-, la guerra contra el narco de Calderón y sus incontables muertos, la corrupción de Peña Nieto y la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa, el postrer triunfo de López Obrador y la radicalización de la 4T?

Sus últimos años, en las postrimerías del gobierno de Zedillo, acaso nos ofrezcan unas cuantas claves: si bien su cercanía con Salinas y Televisa lo habían convertido, al menos para una parte importante de quienes hoy acompañan a AMLO, en una suerte de baluarte del neoliberalismo -por más que él se resistiera a defender todas sus políticas, a diferencia de otros de sus colaboradores en Vuelta-, es necesario recordar que, en sus últimas apariciones públicas, ya con la salud muy frágil, parecía mostrarse más preocupado por temas cercanos al socialismo democrático con el que se identificó la mayor parte de su vida que por los rabiosos ataques que se había encargado de propinarle a la izquierda desde los setenta.

Si bien algunos escritores como Rafael Lemus no le conceden siquiera esta nostalgia por su juventud revolucionaria, yo sí veo en sus palabras finales un afán por distanciarse, así fuera moderadamente, del pensamiento único que tras la caída del Muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética unía indefectiblemente la libertad -que tanto le preocupó- con las puras fuerzas del mercado -del cual siempre desconfió-. Aun así, resulta difícil dudar que habría sido un crítico implacable de López Obrador, en quien habría detectado el conjunto de vicios que le irritaban en la izquierda: su vena autoritaria, su desdén hacia las instituciones y la sociedad civil, incluso su militarismo.

Imagino las mañaneras en las que el Presidente denuesta una y otra vez al Premio Nobel, a quien tacha de ideólogo del conservadurismo, al tiempo que Paz no escatima ácidas réplicas para denunciar todos y cada uno de sus actos. La batalla habría sido épica: la oposición habría contado, así, con el poderoso liderazgo intelectual del que se ve tan huérfana. Quisiera creer que, pese a saludar la elección de Calderón, al cabo habría terminado por distanciarse de él: frente a los miles de muertos y desaparecidos, sobre todo con el temple nostálgico de sus últimos días -y el incisivo recuerdo de su postura en el 68-, tal vez habría denunciado la irresponsabilidad extrema de la guerra contra el narco. La frivolidad y la estupidez políticas, en cambio, siempre lo sacaron de quicio: Fox y Peña de seguro habrían terminado siendo víctimas de su desdén y de sus dardos.

Desde la izquierda, se volvió muy sencillo odiar a Paz, y por momentos él mismo parecía disfrutarlo: aun así, basta leerlo con cuidado para darse cuenta de que, salvo en sus diatribas públicas, se preocupa por no descuidar los sesgos y matices: la valoración de esa zona de sombra que hoy tanto nos falta. Pese a ello, no resulta demasiado difícil ubicar cuál sería su postura frente a cada tema de disputa en nuestros días.

Como comentaba ese mismo día con los escritores Rosa Beltrán y Eduardo Vázquez, resulta en cambio más intrigante imaginar qué habría pasado con Monsiváis hoy. ¿Habría mantenido su lealtad sin reservas al Presidente? O, en temas que para él eran cruciales -la sociedad civil, la resistencia en las orillas, el temor a los militares-, ¿se le habría enfrentado aun a riesgo de engrosar su lista de intelectuales conservadores? En su caso, estas preguntas resultan más difíciles de responder.

@jvolpi

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *