Las universidades deberían ser un lugar de crítica, reflexión y progreso, no espacios para discurso misóginos, de odio o que desinformen a quienes buscan adquirir conocimientos tanto para profesionalizarse, como para crecer cívicamente. Es común escuchar quejas de alumnos en diferentes universidades sobre académicos que usan sus clases para expresar ideas personales contra grupos vulnerables o movimientos sociales.

Esta semana Veracruz fue sede de una denuncia en redes sociales, pues un profesor de la carrera de Contaduría y Administración de la Universidad Veracruzana describió las relaciones homosexuales como una “marranada”, además de arremeter contra las mujeres que deciden abortar, usando expresiones misóginas.

Las redes sociales se han convertido en espacios complejos y útiles para mostrar este tipo de actos, pues quienes hemos tenido la oportunidad de ir a una escuela, nos ha tocado vivir experiencias en que algún docente tiene conductas inapropiadas o que no van acorde a la materia que imparte y sobre todo no tienen justificación. Cuando se busca reportar dicha actitud o discurso ante las autoridades del plantel, pocas veces se sanciona al profesor o profesora, dejando impunes las actitudes lascivas contra los estudiantes.

La Universidad Veracruzana hizo un comunicado al respecto, reprobando cualquier discurso de odio de parte del profesor, que fue exhibido a través de una grabación de la clase en que expreso su lamentable opinión contra las relaciones homosexuales y las mujeres que abortan. Sin embargo, la UV invitó a la comunidad estudiantil a realizar una denuncia formal ante la institución, debido a que la atención de la institución universitaria llegó por el revuelo de las redes sociales, no precisamente por un proceso de denuncia interno.

No es extraño encontrar este tipo de escenarios en otras universidades, sólo que no todos los profesores son denunciados o grabados como prueba de sus discursos de odio, que salen de proporción y del objetivo de su asignatura. El diálogo y la reflexión alrededor de la sociedad es indispensable en una comunidad universitaria, sólo que no de una manera tan agresiva y sobre todo ignorante, ya que las palabras del profesor eran la réplica de discursos homofóbicos y misóginos que se han escuchado en repetidas ocasiones por parte de grupos contrarios a ideas progresistas como lo es la diversidad sexual y la interrupción legal del embarazo.

Los estudiantes son más críticos y menos tolerantes a expresiones de odio, aunque sigue siendo común que debido a la dinámica de poder “maestro-alumno”, muchas veces se omita o se pase por alto actos de discriminación en el aula, cada vez hay más ejemplos en que verdaderamente se forma una comunidad estudiantil que denuncia y pone un alto a los abusos y ataques de parte de personas que ocupan sus espacios de cátedra para difundir mensajes de odio.

ACLARACIÓN                                                     
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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