Terrible la amenaza directa y pública contra la periodista Azucena Uresti y contra medios de comunicación. Terrible lo que se vive en este país. Terrible lo que padecen compañeras, compañeros, colegas, amigos y amigas periodistas. 

**

Es que no se puede vivir así. ¿Cómo? Encerrados. Pero ¿y los contagios? ¿Y los muertos? Pues para eso hay que cuidarse, además, de algo uno ha de morirse, pero así nomás sin hacer nada, sin ver a nadie, sin salir, eso no es vida.  

La anterior es conversación parafraseada del transporte público de Pachuca en que dos personas discutían sobre la tercera ola COVID y sus elevados contagios, así como de la necesidad, decía una de ellas, de mantener establecimientos comerciales abiertos por dos razones principales: economía y salud mental.

La gente no tiene dinero y todavía quieres que cierren los negocios, decía sobre su primer argumento. Para el segundo acudió a la libertad y derechos individuales, uno puede hacer lo que quiera, la gente necesita divertirse. Aunque poco después reprochó (eufemismo) al presidente por empecinarse en volver a las clases presenciales este mes.

Apenas habían transcurrido unas pocas semanas de la pandemia cuando en 2020 miles de personas pedían a gritos, internos y externos, la posibilidad de volver al mundo pues el encierro les era insoportable. Somos seres gregarios con necesidad de sociabilizar y es comprensible querer salir y convivir presencialmente con amistades y familiares. ¿Hasta cuándo aislaremos a niños, niñas y jóvenes con el pretexto de protegerlos?

De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Calgary, Canadá, el cual es referido en una nota que publicó este lunes el diario nacional El Universal, uno de cuatro jóvenes ha experimentado síntomas de depresión clínicamente elevados durante la pandemia, mientras que uno de cada cinco ha tenido síntomas de ansiedad.

Los adultos decidimos si queremos o no ir a una reunión, a la calle, a ver amigos, familia. Mientras, mantenemos aislados de sus círculos sociales a niñas, niños y jóvenes con la idea de que los protegemos sin pensar que el encierro puede ocasionar perjuicios igual de peligrosos a su salud mental y a su desarrollo personal y educativo. 

Es verdad, el riesgo para menores de edad ha incrementado con la propagación de la variante Delta de COVID, tan solo en julio hubo 72 contagios y dos muertes en Hidalgo; mientras, en México se han contagiado 59 mil 127 menores de edad, de acuerdo con el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), pero ¿no merecen que al menos pensemos en cómo reanudar sus vidas cuando ya lo hicimos con las nuestras?

**

Terminaron los Juegos Olímpicos de Tokio con cuatro bronces para México, el resultado más modesto desde la edición de 1996 en Atlanta. El ánimo político del momento achaca a la administración obradorista la falta de más metales; empero, es solo la reafirmación de que el deporte mexicano permanece con su bajo nivel de siempre con notables pero aislados triunfos que son casi siempre fruto exclusivo de los y las atletas que se los echaron al cuello. No es disculpa para la política deportiva del tabasqueño, quien no se cansa de decir que no son como los de antes.

ACLARACIÓN                                                     
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *