Si no votas no te quejes, decía una campaña que invitaba a participar en unas elecciones que ya no recuerdo. El mensaje se replica con frecuencia en charlas de café y sobremesa, aunque sospecho que la idea subyacente no es tanto la concientización del ejercicio político ciudadano, sino la engañosa de que votar para elegir representantes es la única forma en que la población puede hacer valer su derecho a tirar de las riendas que manejan el país.

Bajo esa premisa miles de ciudadanos y ciudadanas acuden de vez en vez a depositar su voto, sacudir las manos e inflar el pecho de orgullo por saberse responsable al cumplir un deber político y tener con ello la autoridad moral para criticar a quien, por angas o mangas, permaneció en el sillón un domingo de elecciones. Por ello, curioso es, o así me lo parece, que para esta ocasión el llamado de los adeptos a la democracia haya sido mayoritariamente a quedarse en casa (como decía cierto personaje venido a menos) y no acudir a la Consulta Popular.

¡Farsa! ¡Ocurrencia! ¡Circo! Gritaron los detractores de Andrés Manuel porque consideran que el ejercicio fue tantito más que inútil e insensato porque nos han repetido hasta en la tele que las acciones políticas y de impartición de justicia se llevan a cabo a través de los canales legales establecidos en las instituciones gubernamentales. Pero, a menos que su servidor haya vivido 38 años en un país distinto, esas vías tan cacareadas han sido ineficientes, inservibles y hasta rebosantes de corrupción, por lo que más y nuevas formas de escuchar a la ciudadanía no me perecen descabelladas.

Sin embargo, caben dudas (buena parte generadas por la ambigüedad y falta de organización del ejercicio de la 4T) sobre los efectos que pueda tener la posibilidad de dejar en manos de las mayorías decisiones de interés público. Por ejemplo, en un escenario hipotético, si la participación hubiera sido vinculante pero triunfara el “No”, ¿entonces qué pasaría con las “posibles víctimas” que mencionaba la consulta? O bien, el riesgo de acudir a consultas, como ha sugerido el propio Andrés Manuel (para hacer a la Poncio Pilatos), a fin de zanjar debates espinosos como las despenalizaciones del aborto o del uso de drogas. 

En vía de mientras, Andrés Manuel anunció que ya viene otra consulta, en la que someterá a la opinión ciudadana su permanencia en la presidencia, la llamada revocación de mandato. ¿Qué van a hacer los anticonsultas/anti-AMLO? ¿Le van a entrar?

POLARIZACIONES

Es que AMLO polariza, es crítica frecuente. Este domingo vi que proliferaron burlas, pitorreos e insultos para quienes participaron en la Consulta Popular, todos de quienes se oponen a la administración del tabasqueño. Pregúntome yo (muletilla de la mediana edad), ¿entendemos qué es polarizar? 

En lo que peras o manzanas, polarizados también andamos en Tokio. Los Juegos Olímpicos, como siempre, azuzan nacionalismo y emociones varias. El debate que leo es si México es epítome de mediocridad o persistencia con tanto cuarto puesto. Mientras haraganes lo discutimos en redes con refresco y frituras, mujeres atletas tricolores otra vez se ganan los aplausos. ¡Albricias!

ACLARACIÓN                                                     
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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