¡Agárrense! En solo una semana fueron contabilizados más de 500 contagios de COVID-19 en Hidalgo. Debido al incremento en la tendencia, autoridades estatales decidieron volver a reducir los aforos y horarios para establecimientos comerciales, a fin de contener la propagación de la enfermedad y sus variantes antes de que nos encontremos en un escenario como el de inicio de año.

En afán de tranquilizar a propietarios de negocios grandes, medianos y pequeños, el secretario de Salud de Hidalgo, Alejandro Benítez, aclaró que el estado no será cerrado nuevamente, esto, pese a la cuasi inminencia de una tercera ola COVID en México y la entidad. Argumentó que regresar a un cierre estricto colapsaría a la entidad, lo cual no es sinsentido, pues los sectores económicos no han alcanzado una recuperación suficiente, ya no digamos plena, y los dueños de establecimientos ya advirtieron que no permitirán volver a bajar las cortinas.

Finalmente la presión económica y empresarial impedirá que en el estado volvamos a un resguardo similar al que tuvimos de marzo a junio del año pasado, al menos por ahora, aun cuando el riesgo ya se asoma con velocidad palpable en cifras y ocupación hospitalaria.

¿Cómo fue que llegamos a la antesala de un nuevo y peligroso repunte? En ejercicio de observación es fácil advertir que la disposición de autoridades, empresarios y población general por acatar y hacer cumplir las medidas de prevención se ha diluido con el tiempo. 

Por estas fechas el año pasado había ya varios establecimientos con sellos de clausura por el incumplimiento de las restricciones sanitarias. Sin embargo, en las últimas semanas autoridades han hecho poco por vigilar el cumplimiento de las medidas preventivas pues restaurantes, bares, centros comerciales, entre otros, rebozan clientela, en muchos casos ya sin la preocupación por mantener mesas vacías. Ni se diga la vigilancia del transporte público que viaja ya sin límite de pasaje y los conductores no impiden que usuarios suban sin cubrebocas pues varios de ellos tampoco lo portan.

Los dueños de negocios, entusiastas por recuperar lo perdido en año y medio de pandemia, también se han vuelto laxos en respetar las restricciones. En muchos casos su esfuerzo se circunscribe a un tapete sanitizante sin sanitizante y a un envase con gel antibacterial en el acceso a sus locales. 

En tanto, la población general hace como que está en 2019 y circula sin preocupación ni empacho. Parece desconocer u olvidar que apenas poco más de 20 millones de mexicanas y mexicanos cuentan con esquema completo de vacunación. Además, los jóvenes de entre 20 y 40, quienes son los que mantienen ahora la delantera en contagios, empiezan a darse el lujo de hacerle el feo a la vacuna y los módulos para las jornadas de cuarentones y las incipientes de treintones, lucen mucho más vacías que con la población mayor que cumplió con la responsabilidad de acudir por su dosis.

La contención de la epidemia es trabajo conjunto, y hasta ahora todos lo hemos hecho mal.

ACLARACIÓN                                                     
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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