Bienvenidos mis queridos lectores a un número más de esta su columna de confianza. Esta semana dieron por concluidas las semifinales de la Eurocopa 2020 y mientras en el Inglaterra vs Dinamarca nos dieron un partido soporífero, España e Italia nos regalaron una final anticipada entre los dos equipos más dominantes de la competición.

Bajo el asombro de muchos, la selección Ibérica acorraló a los italianos durante todo el partido, dominando a través de la posesión y a un inspiradísimo aparto ofensivo que hacía recordar las mejores épocas al mando de Vicente del Bosque.

Esta vez no estaba el bigotón, pero sí un Luis Enrique que llegaba a la Euro duramente cuestionado por llevar un equipo bastante joven y dejar de lado a grandes figuras como Lucas Vázquez, Iago Aspas, Marco Asensio o Isco Alarcón.

El tiempo le dio la razón al estratega de “la Roja” que pese a empezar de manera tambaleante el torneo, en las semifinales dio cátedra de buen futbol, destacando la ausencia de un nueve y dejando que la juventud y buen toque de Ferrán Torres, Dani Olmo y Mikel Oyarzabal descolocaran a Chiellini y Bonucci, viejos (pero muy buenos) perros de la defensa italiana.

Claro que de nada sirve la movilidad de los de arriba si en el centro no hay gente que circule la pelota, y en este sentido Pedri, el jugador de apenas 18 años del Barcelona, se destapó como la gran sorpresa del torneo.

Pese a su edad, el nacido en las Palmas dio cátedra de movilidad, pase y facilidad para filtrar balones que dejaron en más de una ocasión mano a mano a los atacantes frente a la portería de Gianluigi Donnarumma. La gran cruz del equipo rojo fue el precario talento de sus jugadores para finalizar la jugada en el fondo de la red rival.

Como no podía ser de otra forma, Italia solo necesitó un contragolpe feroz para adelantarse en el marcador y pese al eventual empate, supieron llevar el partido al terreno que más les convenía, la tanda de penaltis.

A pesar de errar el primer penal, la azzurra se recuperó llevándose la llave gracias al fallo de Dani Olmo, que había jugado un partido brutal y lleno de confianza, pero mandó la bola por encima del larguero; y la atajada de Donnarumma a un Álvaro Morata que de por sí no necesitaba más excusas para recibir críticas por su rendimiento. 

Pese al fracaso, los aficionados españoles y los que amamos este deporte en la generalidad, podemos estar contentos de que la Selección Española tiene una nueva generación que seguramente seguirá los pasos que marcaron los ganadores de dos copas de Europa y un Mundial para así darnos en años venideros muchas, pero muchas alegrías.

¡Hasta la próxima!

ACLARACIÓN                                                   
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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