Este término se ha utilizado desde la antigua Roma (hace más de 1800 años), pues cuando una persona, por lo regular los esclavistas y comerciantes de animales vendían un producto, tenían la obligación de anunciar a su comprador de los defectos que “el objeto” tenía y así evitar sorprender al adquirente, de cualquier problema futuro a quien gastaba en la adquisición de una nueva propiedad.

La figura jurídica fue evolucionando, y aunque la historia de Roma tiene cuatro etapas (Eugene Petit, Derecho Romano), sobrevivió a la Edad Media, el Renacimiento y las distintas revoluciones sociales, para que, desde la Constitución de Cadiz (vigente en México de 1812 a 1824), hasta nuestras leyes civiles, hoy en día, se aplique en favor de quien adquiere un bien.

Lamentablemente, no resulta extraño ni novedoso, que personas con pocos principios, venden un bien casi inservible, como lo hemos visto en la venta de automóviles, para lo cual el comprador, debe obligar al vendedor, a la firma de una carta responsiva.

Estas malas experiencias obligan, a quien va a adquirir algo, y sobre todo si no es experto, a investigar sobre el bien que va a adquirir, las reglas del mercado, las reglas técnicas sobre las características del objeto a adquirir, su vida útil; si requiere mantenimiento, el precio de este, entre otras tantas cosas.

Te aseguro que, si tienes bajo tu responsabilidad el dinero de otros, lo mínimo que harás será asegurarte de hacer la mejor compra, pues de caso contrario y con toda razón, tus mandantes, te reclamarán e inclusive te fincarán alguna responsabilidad, tanto jurídica como económica.

Hace unos días, el gobierno federal firmó la promesa de compra de una refinería en Houston, lo que de inicio pareciera buena idea, pues permite, al menos en teoría, contar con un instrumento más de refinación del petróleo mexicano, sin necesidad de estar a expensas de terceros.

El precio, según nos dijeron en el pomposo anuncio, es una ganga, pues su costo es de apenas el 10% de lo que nos está saliendo la nueva refinería de Dos Bocas, aun y cuando su ubicación se encuentra en uno de los países con costo de vida más altos del mundo.

Lo que no nos dijeron y que pareciera son esos defectos que no se advierten a primera instancia y por lo cual, la administración federal está a tiempo de reclamar los “vicios ocultos”, en caso de no haber sido advertidos, es el que la refinería en cuestión, es prácticamente chatarra contaminante, esto según la calificadora Moodys.

Además, las reglas en materia ambiental, a partir de la llegada en enero del Presidente Joe Biden, irán cambiando drásticamente, pues este mandatario ha expresado tanto en su discurso como en los hechos, que tiene un compromiso importante para reducir las emisiones de dióxido de carbono, y esta refinería, según lo que nos han dicho los expertos, es altamente emisora de estos elementos.

Es cuestión de tiempo para conocer las exigencias e inversión que demandará la autoridad estadounidense, la Environmental Protection Agency, para obligar a que la refinería de Deer Park opere bajando la emisión de contaminantes y por lo tanto, se deba desembolsar una cantidad millonaria (en dólares), para darle mantenimiento y adecuarla a la realidad actual.

Han ido saliendo a la luz pública estos defectos y más, pero cerramos el artículo de hoy con los estados financieros y las deudas multimillonarias de esta empresa, que traerá como consecuencia, el pagar pasivos y refinanciamiento, que obvio, requiere cantidades importantes de dinero que, al día de hoy, México no tiene.

Quizá sería inteligente y válido, examinar la promesa de contrato y exigir el saneamiento de los vicios que pudiere tener, tan flamante adquisición.

  • Fb: Arturo Gb / Arturo Gil Borja
  • Tw: @arturogilb

Por hoy me despido, esperando tus comentarios.

Hasta la próxima.

ACLARACIÓN                                                  
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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