Estamos a menos de 15 días de la jornada electoral en Hidalgo, candidatas y candidatos recorren los municipios calle por calle. Desde hace un par de años el concepto de paridad de género se ha implementado en la vida política del país y cada vez son más los actores políticos que mencionan la agenda de género, pero ¿De qué hablo exactamente? ¿Cuál es la importancia de tener a mujeres en el espacio público y más aún, cómo repercute todo esto en la elaboración y ejecución de políticas públicas y programas sociales en pro de la comunidad femenina?
Comencemos con los conceptos
El concepto de género en la agenda pública se ubica desde la década de los 90, cuando organismos internacionales, especialmente la ONU, promovieron adoptar una perspectiva de género en las políticas y programas de los gobiernos de América Latina.
De acuerdo con la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, la perspectiva de género es una herramienta conceptual y metodológica que muestra cómo la discriminación, desigualdad y exclusión de las mujeres se justifican con base en las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, por lo que, al comprender tales códigos culturales y estereotipos, la apuesta es que se pueden combatir de manera más eficaz.
En todo el mundo, el impulso de los derechos humanos de las mujeres y la erradicación de la violencia en su contra son temas que han pasado de ser algo deseable o complementario a una acción sustantiva que se reconoce como fundamental para el desarrollo de los países y naciones alrededor del planeta.
Uno de los nudos críticos que explica por qué las políticas de igualdad no alcanzan a tener el impacto deseado puede deberse a la persistencia de una visión globalizada acerca de la situación de las mujeres. Sin embargo, y como bien sabemos, ni las mujeres somos todas iguales, ni tenemos las mismas necesidades e intereses. Pero es que, además, cada territorio es una compleja combinación de identidades y circunstancias sociales, culturales, económicas y políticas que determinan de manera decisiva en las oportunidades de las personas, y más en la vida de las mujeres y niñas.
No vamos a negar aquí la relevancia que tiene luchar por una agenda global de las mujeres. De hecho, hay importantísimos hitos que han tenido lugar desde las plataformas mundiales. No obstante, si los desafíos y compromisos no son interiorizados, asumidos y defendidos por las comunidades locales, y por quienes están en el poder local, difícilmente conseguirán tener mayor impacto.
Si bien el asistencialismo y el paternalismo han sido las formas clásicas de los gobiernos locales para atender las problemáticas de las mujeres, hoy se impone adoptar estrategias más integrales y de largo impacto para favorecer el desarrollo en un marco de igualdad.
El gran reto aquí pasa por que la agenda de género sea interiorizada y defendida en la agenda de las mujeres políticas que están en los espacios del poder local, porque entendemos que a través de esa representación femenina los intereses y necesidades específicas de las mujeres contarán con una más eficaz defensa en los espacios en la toma de decisiones, y que con ello estaremos incorporando la perspectiva femenina sobre el desarrollo, que no es sino la de la mitad de las poblaciones. Pero también precisamos que la agenda de género sea interiorizada y defendida por los hombres políticos, por supuesto. Porque de otro modo estaríamos nadando contra corriente.
Y volvemos al punto inicial aquí planteado: la agenda de las mujeres, la agenda de la igualdad, será mejor incorporada en las agendas políticas en tanto sean más próximas a las necesidades de la ciudadanía. Por tanto el municipalismo tiene un gran reto con la agenda de la igualdad, que debe abanderar desde el enfoque de derechos de las mujeres, en la oportunidad de poder captar las necesidades más específicas de las mujeres de sus comunidades y sus intereses estratégicos. De poder escucharlas, trabajar con ellas, y que éstas se conviertan en artífices de su propio empoderamiento y sujetos del desarrollo humano, la justicia social y el desarrollo local.
Al punto del cierre de campañas, valdría la pena checar la agenda que presentan las y los candidatos en materia de género, y evaluar su viabilidad en el territorio (dadas las condiciones y recursos) al que se aplicaría. Como sociedad, específicamente como mujeres, no estamos para improvisaciones ni ocurrencias y mucho menos para omitir prestar atención en los discursos, estrategias, y actores que buscan ser la representación y autoridad en las diputaciones locales y federales, durante los próximos años.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
