El pasado 17 de mayo se conmemoró el día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia, como recordatorio del mismo 17 de mayo pero de 1990 en el que la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. La Homofobia es considerada como temor, rechazo o aversión hacia las personas, en razón de su orientación, preferencia sexual y expresión de género basada en estereotipos, prejuicios y estigmas que se traducen en actitudes o conductas discriminatorias que vulneran la dignidad de las personas.

Fue hasta el 2014, año en el que México establece la misma fecha, como Día Nacional. Lo cierto es que hay una frase célebre que dice que quien no conoce la historia, está condenado a repetirla y es aquí donde vale la pena recordar, de qué forma México con el paso del tiempo ha respondido a este tema.

Los libros de historia mencionan los acontecimientos más importantes y trascendentes de nuestro país, seguramente algunos de nosotros recordamos la época del Porfiriato en el que la reelección del general Díaz lo hizo ser el hombre más importante de México por un espacio de treinta años, en dónde también se vivieron abusos tales como: despojo de la propiedad comunal indígena, se fortaleció el latifundismo; se reprimió con mano dura, mediante la ley de pena de muerte, a quienes alteraran el orden público o se opusieran al régimen; se atacó la libertad de prensa y la gran parte de la población se mantuvo en la pobreza, pero ¿Alguien recuerda que algún maestro haya hecho mención sobre el baile de los 41 o la gran redada?.

Desde el siglo pasado, algunos mexicanos asocian el número 41 con la homosexualidad masculina, ¿La razón?, un baile al que acudieron 42 hombres de élite, 21 de ellos llevaban vestidos y joyas justo en la época del Porfiriato en el que la homosexualidad estaba considerada como un delito “contra el orden de las familias”. Sin embargo, las autoridades solamente arrestaron a 41 personas. La relevancia de este acontecimiento, que actualmente ya es considerada como verdad histórica, radica en que en realidad no eran 41 los que se encontraban en este famoso baile, en realidad eran 42 asistentes y este último habría sido Ignacio de la Torre y Mier, Diputado, futuro candidato a Gobernador por el Estado de Morelos y esposo de Amada Díaz, hija de Porfirio Díaz. Como anteriormente hacemos mención la prensa se encontraba limitada en cuanto a su libertad de expresión, sin embargo las pocas pruebas hemerográficas de la época mencionan que Ignacio no fue considerado dentro de la lista que acudió a este baile, ya que logró comprar su libertad a un alto costo, mismo que se tradujo en no convertirse en el candidato a gobernador ungido por su suegro Porfirio Díaz. Después de este suceso, el Porfiriato en México pasó a reforzar la discriminación contra las minorías que se identificaban con un género no asignado al nacer. Aquel baile quedó inmortalizado a través de los artículos periodísticos y la caricatura creada por José Guadalupe Posada, además fue una de las primeras veces en que los medios de comunicación hablaron sobre la homosexualidad en México.

Si nos percatamos, los acontecimientos en esa época de México, no se encuentran muy distantes a los actuales, lo cierto es que aún queda un largo camino para promover el respeto a la diversidad, la igualdad y el enfoque de derechos humanos en las políticas públicas. La promoción y protección de los derechos de las personas, sin duda tiene que ser un tema a considerar dentro de las agendas de los tomadores de decisiones desde cualquier ámbito gubernamental.  

 

ACLARACIÓN                                                       
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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