Qué tal mis queridos lectores, bienvenidos a un número más de esta su columna de confianza. El fin de semana pasado se dieron por concluidos los cuartos de final del torneo mexicano y vaya que más de una sorpresa nos llevamos.

Empecemos por los banquillos, porque fueron cuatro los entrenadores que accedieron a la liguilla en su primer torneo al frente de sus respectivos equipos; Juan Reynoso con Cruz Azul, Santiago Solari con América, Javier Aguirre con Monterrey y Nicolás Larcamón con Puebla. De éstos, solo camoteros y cementeros lograron su pase a las semifinales.  

El cuadro poblano resultó ser el caballo negro de la competición, la Máquina Celeste cumplió ante un Toluca que vendió carísima la derrota, Javier Aguirre decepcionó (como todos los entrenadores que llegan al conjunto regio) y Santiago Solari fracasó dejando un buen sabor de boca.

Respecto al ex Real Madrid, esta semana los medios se han concentrado en defenderlo o apedrearlo, sin puntos medios, como suele ser todo lo que respecta al cuadro azulcrema. Para evaluar su desempeño como debutante en la Liga MX es necesario tomar en cuenta tres cosas: la plantilla, la forma de juego y el lugar alcanzado.

La conformación del equipo para esta temporada fue algo atípica pues se dieron fichajes que había solicitado Miguel Herrera cuando aún era técnico, por lo que cuando Solari llegó a Coapa se encontró con un plantel armado al gusto del antiguo entrenador. Pese a esto el argentino no hizo reclamo alguno y consciente de la época económica que se vive, solo pidió la incorporación de Álvaro Fidalgo.

Como todo buen conjunto, Santiago pretendió construir de atrás hacia adelante, pero, cuando se dio cuenta que no contaba con una defensa sólida por factores distintos como la lesión de Bruno Valdés, la baja de juego de Aguilera o la inexistente responsabilidad defensiva de Jorge Sánchez, decidió edificar desde el medio campo. Ahí, en el círculo central, construyó los cimientos de su proyecto.

Durante las primeras jornadas tiró de Pedro Aquino como referente defensivo, fue el pivote que cuando había que hacerlo bajaba para apoyar a los marcadores centrales, el que se quedaba cuando subían los laterales o el que perseguía al enganche del equipo rival y, con todo y ese trabajo, aún Ochoa fue el héroe en más de un partido.

Cuando Fidalgo se puso a tono el medio campo subió varios niveles en la creación de juego, con su inclusión el 4-3-3 tenía a Richard Sánchez y Aquino como los obreros y al español como el arquitecto que constantemente se asociaba con Córdova para dar circulación y verticalidad al equipo.

De esta forma Santiago Solari consolidó un juego basado en la posesión y el juego adelantado confiando en su medular para contener cualquier contragolpe. Así, el América terminó con apenas tres derrotas en el torneo regular (una de ellas administrativa), dos empates y 12 victorias.

Ya entrados en la liguilla la cosa fue diferente, se enfrentó a Pachuca quien históricamente ha sido la piedra en el zapato en las fases finales y con una actuación timorata en el partido de ida perdió por marcador de 3-1.

Para la vuelta ya en el estadio Azteca el técnico argentino recordó que su equipo funciona mejor cuando ataca y en eso andaba cuando al minuto cinco les cascaron el primer gol en contra, dejando en vilo las almas de los hinchas cremas.

Tras el duro golpe, el ADN americanista salió a flote y el primero gol llegó al encuentro por vía penalti cobrado por Roger Martínez, minutos después Fuentes se mandó un SEÑOR GOLAZO, en el segundo tiempo Martínez volvió a marcar y ya con el marcador 3-1 lograban la calificación& lástima que al 63´ Cabral marcaría el 3-2 por un penal absurdo de Bruno Valdés que terminaría con las aspiraciones de las águilas que aún alcanzaron el 4-2 para darle sabor al partido hasta el final.

A pesar del partidazo, el América consolidó el primer fracaso en la era Solari, dejando un sabor amargo y cierta esperanza en el aficionado águila de que tras este tropiezo vendrán muchas, pero muchas alegrías.

¡Hasta la próxima!

ACLARACIÓN                                                       
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

 

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