La década de 1970 fue testigo de una importante redefinición conceptual, legal y social de la reproducción. El movimiento feminista de la “nueva ola” de Ciudad de México irrumpió en la escena pública reclamando que la maternidad fuera verdaderamente voluntaria.
Dentro de la llamada nueva ola del feminismo mexicano, que surgió en las décadas de los años 70, 80 y 90, se crearon colectivos de mujeres que, en conjunta organización, protestaron contra las condiciones de subordinación de las mujeres, así como por la reivindicación de su género, buscando dejar atrás todos los roles que son atribuidos a las mujeres desde temprana edad.
Es en este contexto que surgió el colectivo autodenominado como Mujeres en Acción Solidaria (MAS), algunas de las mujeres que formaron parte: Marta Acevedo, que estudiaba biología en un principio y después se convirtió en activista y escritora, Ana Victoria Jiménez, editora y fotógrafa, y Elena Poniatowska, periodista y escritora.
Para estas mujeres, la posibilidad de decidir sobre su propia reproducción, incluso a través del aborto, era esencial para la liberación. Al mismo tiempo, el Estado mexicano buscó acelerar la inclusión de las mujeres al proceso de desarrollo económico del país y una de las piezas centrales para lograr este cambio era efectivamente el control de la reproducción. A lo largo de la década se enfrentaron estas dos concepciones de la reproducción con alcances y límites que son perceptibles hasta el día de hoy.
El 9 de mayo de 1971, tras un llamado que invitaba a más mujeres a participar, las activistas del MAS hicieron una manifestación en contra de la celebración del 10 de mayo, “el día de las madres”. No cuestionaban a las madres, sino la idea de que la maternidad es el único y más grande fin de las mujeres; el “mito de la Madre” en palabras de Martha Acevedo. Se considera esta manifestación como el primer gran acto de esta nueva ola del feminismo.
Elaboraron un panfleto titulado “Somos madres, ¿y qué más?”. A manera de pregunta y respuesta, MAS. criticaba y protestaba, no en contra de la maternidad, sino contra “el mito de la madre [que] consiste en exaltar la función biológica de la mujer para encubrir el hecho de que, como ser humano pensante y autónomo no se le deja desarrollarse. Se le permite, sí, ser el reflejo de la voluntad del hombre”.
El Día de la Madre era el símbolo máximo de este mito, el único día del año en que se coloca a las madres en un pedestal, enmascarando la “triste realidad” del resto del año: la renuncia a sus ambiciones y a su desarrollo individual. La crítica de MAS tomaba como base no sólo al sexo, sino a la clase. No quería igualdad “para realizar los mismos trabajos enajenantes que conocemos”. Buscaba la liberación de las mujeres y esto implicaba una revisión completa de la interacción de lo económico, lo político, lo psicológico, lo sexual.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
