“Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado, o cuánto maíz produjo Iowa el año pasado. Atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima tantos «hechos» que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto información. Entonces tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse.”
Esas palabras parecieran haberse pronunciado hoy. Es un fragmento de la novela “Fahrenheit 451”, autoría del escritor norteamericano Ray Bradbury, publicada en 1953. Se trata de un relato distópico, que presenta una sociedad del futuro en Estados Unidos, donde se prohíbe la tenencia de libros. Cualquier texto es calcinado por “bomberos” cuya primordial función es censurarlos y extinguirlos.
El momento en el que Bradbury escribió este, uno de sus mejores libros, era inimaginable el presente que nos ha tocado, hasta esta segunda década del siglo XXI. Cuando uno repasa las líneas de “Fahrenheit”, se encuentra, sorpresivamente, un texto que anticipó mucho de lo que ocurre en la actualidad. En algunos aspectos, de forma literal, en otros, de forma metafórica. Pero al final, está lleno de coincidencias.
Es cierto que no existe en occidente ningún sistema de gobierno que censure lecturas, mucho menos que las destruya. Pero lo que sí existe es un sistema supragubernamental que alienta el desapego elementos básicos del conocimiento, la lectura es uno de estos elementos. Hoy, las redes sociales, incentivan y generan datos superfluos que mantienen cautivas a millones de personas en todo el orbe.
En la actualidad, la gente padece una sobrecarga informativa. Desde edades tempranas, los individuos ya muestran signos de infoxicación, es decir, cuentan con demasiada información, la mayoría de las veces estéril. Entonces, se torna profético el texto de Bradbury, la gente tiene la sensación de que piensa.
“Fahrenheit 451”, ha tenido dos adaptaciones cinematográficas. La primera, data de 1966, dirigida por el francés François Truffaut; la segunda estrenada en el 2018, dirigida por Ramin Bahrani. También tuvo una adaptación para videojuego; este fue lanzado en 1984. Era un juego de estrategia, que tuvo colaboración del mismo Ray Bradbury. Sí, leyeron bien, un videojuego de 1984, lanzado para consolas como Atari o la computadora Commodore 64; en la era de los videojuegos de 8 bits.
451, son los grados en escala de temperatura Fahrenheit que necesita el papel para arder, o su equivalencia en grados Celsius: 232.778. La sobrecarga informativa proveniente de la multimedia no necesita del fuego para propagarse. Hoy, los individuos creen que saben, todo mundo es experto en salud, ciencia, educación, etc. Esto beneficia a los sistemas que ordenan al mundo: Sociedades manipulables con falsas percepciones.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
