Independiente a la polémica que se ha generado los últimos meses, en torno a la familia real inglesa, la muerte del Príncipe Felipe de Edimburgo, acaparó la atención de todos los medios de comunicación.
En la televisión, al buscar algún canal de noticias, tal cual fuere la hora nacional, los medios informativos cubrieron minuto a minuto el sepelio del esposo de la emblemática Reina Isabel.
El afamado Duque de Edimburgo, Felipe, generó a lo largo de los años, diversos comentarios, pues por una parte se le reconoce el haber ocupado con alta dignidad, su lugar como esposo de una reina, y lejos de tener afán protagonista, se dedicó a cumplir con su papel, con el desarrollo de los complicados protocolos.
Por otra parte, tuvo desaciertos, pues no es un secreto, las múltiples ocasiones en que, quizá de manera inconsciente, realizó expresiones racistas, mismas que se repitieron en diversos sucesos a lo largo de su vida.
De joven, y como manifiestan las encargadas de los espectáculos, arrancó suspiros, pues su figura delgada y alta, se distinguía junto con su porte; sin embargo, y con el transcurso de los años, manifiestan los propios especialistas, su carácter fue endurecido y en las últimas décadas le distinguía más su mal humor y poca tolerancia.
El día de su funeral llegó, después de haber vivido 99 largos años, y al final muchos fuimos testigos de las pompas fúnebres, mismas que se desarrollaron conforme a lo que el mismo Príncipe dictó en vida.
Al estilo militar, cuidando todos los detalles, incluida la música en la Catedral de San Jorge, en donde fueron depositados sus restos, al más puro estilo inglés, la ceremonia inició con una puntualidad envidiable, y el ambiente sobrio predominó.
Curioso detalle fue que, al estar en pandemia, ni todo el poder ni todo el dinero, lograron que la ceremonia se viera colmada de la asistencia multitudinaria que ha predominado en los eventos significativos y representativos de la corona, asistiendo solo 30 personas a la ceremonia religiosa.
Ayer se despidió al esposo de una reina, quizá la más importante de la era contemporánea, y no hubo forma de decirle adiós con el calor y cercanía de su gente.
Por increíble que parezca, aun y cuando el Príncipe no falleció como resultado de la COVID, esta pandemia nos demuestra lo simple que es la vida y lo importante de reconocer que no somos los dioses dominantes de la naturaleza, sino una especie, que está haciendo todo para destruirse a sí misma.
Parece que ni las muertes que a nivel mundial hemos atestiguado, ni los cambios climáticos que hoy destruyen nuestro entorno, causado por nosotros, nos hace entender que nuestro papel debe cambiar de manera urgente, por lo que el rumbo y futuro para este bellísimo planeta, para tus hijos y nietos, es sombrío y cada día más complejo.
Reconocer es el primer paso, pues después se debe convertir en acciones; el problema es que pocos son los que quieren reconocer lo mal que obra la humanidad y tarde será cuando la conciencia trascienda.
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Por hoy me despido, esperando tus comentarios.
Hasta la próxima.
