Después de un año de haber iniciado con el aislamiento decretado por las autoridades, muchas han sido las consecuencias y cambios que como sociedad hemos sufrido.
En los diversos medios informativos, leemos, escuchamos u observamos, como poco a poco, en las distintas entidades federativas, las actividades van retomando una “nueva normalidad”.
Espectáculos como el deporte nacional, es decir el fútbol soccer, inician las actividades con público, tal es el caso de Jalisco, Nuevo León, Aguascalientes e Hidalgo entre otros.
En algunos casos, empresas como Cinemex, con terribles pérdidas económicas, aún no abre sus salas, mientras que Cinépolis, ha iniciado actividades con un mínimo porcentaje de cinéfilos.
Tarde o temprano, todos regresaremos a las actividades presenciales; seguramente con cubre bocas, sin el contacto físico de un abrazo o de un saludo de mano, pero al final de cuentas, conviviendo después de más de un año de modificar nuestras relaciones humanas.
Si bien es cierto será muy complejo para nosotros los adultos, imagina ahora a un joven entre los 15 y los 22 años, quien se encuentra en una etapa de definición de su personalidad, en el que sus sueños se han visto interrumpidos y aun lucha por establecer cuál será la actividad que realizará y que podría marcar el rumbo del resto de su vida.
Sus relaciones humanas, interpersonales y familiares, jamás serán como la mayoría de los adultos que las han vivido y traerá consigo una forma distinta de iniciar nuevas familias.
Aún más complejo, será la adaptación de niñas y niños quienes, en muchas ocasiones, son silentes testigos de la actividad, angustias e incertidumbres de sus padres.
Muchos de ellos, con el temor de salir a “un mundo contaminado, enfermo y/o moribundo”, objeto de las noticias y programas que ven junto con sus padres y que observan las conductas de desesperación de un padre o una madre que ha perdido el empleo o que su salud mental se ha visto afectada por el encierro.
Peor para niñas, niños, jóvenes, mujeres y adultos mayores, que han sido objeto de violencia física y de una tortura emocional por parte de algún integrante de su propia familia.
En otras palabras, debes comprender y empatizar con la gente que te rodea, puesto que, en la mayoría de los casos, desconoces los distintos “infiernos” que cada persona ha vivido.
Necesitaremos, sin duda alguna, tomar más de un respiro y aprender a guardar la calma, pero sobre todo, a comprender una nueva realidad de la que dependerán, en muchas formas, nuestra interrelación con los demás.
Recuerda que no eres la única persona que en algún momento ha sufrido ansiedad, depresión o algún malestar emocional, y que inclusive has sido relativamente afortunado, en comparación a lo que millones han vivido, así que ve paso a paso y sobre todo con la idea de que puedes ser parte de una solución o causa de un problema, en el que la responsabilidad es compartida con las personas que te rodean.
- Fb: Arturo Gb / Arturo Gil Borja
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Por hoy me despido, esperando tus comentarios.
Hasta la próxima.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
