Existen dos cosas en la vida que deben ser nuestra prioridad, el tiempo y la energía es decir la vida, ninguna de las dos, son reemplazables, ninguna de las dos se puede recuperar, sin embargo, muchos de nosotros, nos la pasamos desperdiciando ambas, en hacer cosas que no queremos hacer, lo peor es la razón por lo que lo hacemos, y es que simplemente no sabemos decir que no.
Ya sea por benevolentes, por el que dirán, por aprobación, por los compromisos sociales, por el afán de agradar o simplemente por pena, vamos por la vida desperdiciando tiempo en un sinfín de compromisos que nos quitan paz, estabilidad, tiempo y energía. Conforme vamos creciendo, esta conducta se enfatiza a tal grado que llega un momento en el que nuestra vida no es más que el cúmulo de deseos ajenos, donde nuestros verdaderos deseos y prioridades quedaron en segundo plano para aquel momento que probablemente nunca llegue.
Para retomar el control de nuestra vida se requieren disciplina, focalización y concentración, priorizar nuestras metas, a partir de entender que son ellas quienes requieren mayor atención, por encima de las necesidades de los demás, de esa manera, podemos restaurar nuestra autoestima que se ve seriamente dañada cada vez que nos ponemos en segundo plano.
En el momento en que logramos enfocarnos en nuestras necesidades, comenzamos a tener la capacidad de hacer que el resto del mundo respete nuestras decisiones, perdemos la pena, poniéndonos en primer lugar en nuestra lista de prioridades, nos sentimos más amados e importantes, y adquirimos una impresionante seguridad en nosotros mismos, quitándonos un gran peso de encima.
Digamos adiós a la culpa, valorando nuestro tiempo y nuestra vida, con el derecho que tenemos a decir que no, sin inventar excusas, sin gastar el tiempo montando un escenario que nos permita justificarnos o lo que es peor mentir, para acrecentar el círculo vicioso de pretextos, existen quienes incluso gastan más tiempo en hacer creíble una historia que por supuesto es mentira, y que probablemente a nadie importa, dando justificaciones no pedidas, que el tiempo que se dedican a sí mismos.
Evitar confrontaciones no se debe convertir en un pretexto para solapar nuestra necesidad de ser aceptados, al final del día ese mismo empeño que ponemos para encajar debe ser para nosotros, aceptarnos quienes somos, y darnos el valor que merecemos, agradarnos y luchar por conseguir nuestros objetivos, cuando avancemos en ese tema poco a poco nos daremos cuenta que los demás se adaptan, obtenemos su respeto y todo aquello que hemos deseado se empieza a cumplir.
No mal interpretemos lo que es el amor, la amistad, el cariño o incluso el trabajo, no por tener una relación personal con alguien implica que debe someterse a nuestros deseos ni viceversa, cada uno es independiente, tiene sus propias metas e intereses, los demás solo comparten una parte de nuestra vida, pero definitivamente no viven por nosotros ni nosotros por ellos, así que sin pena no hagas algo que no quieras hacer, y dejes de hacer algo que si quieres.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
