La Semana Santa en México es parte fundamental de nuestra idiosincrasia como sociedad. No es solamente por el apego que mantiene cierto segmento de la población hacia las celebraciones litúrgicas que demanda el catolicismo. Los es también por el comportamiento colectivo en nuestro país durante la Semana Mayor, tomando un camino absolutamente opuesto al religioso.
Hasta antes de la pandemia que nos mantiene en vilo por lo que veo, ya a muy pocos nos mantiene así-, era un espectáculo cuasi dantesco atestiguar la salida o llegada de vacacionistas a diferentes puntos turísticos del país durante la Semana Santa, los destinos de los paseante eran escenarios multitudinarios. Era un auténtico viacrucis.
El Diccionario de La Real Academia Española, define el vocablo “viacrucis”: “Camino dividido en catorce paradas o estaciones, en cada una de las cuales se conmemora un episodio de la pasión de Cristo” y, en sentido figurado, “situación de sufrimiento intenso y prolongado.” Y, así era para gran parte de los vacacionistas en territorio nacional, las situaciones eran de sufrimiento intenso, quizás innecesario.
“Viacrucis nacional”, es el título alternativo de la película “Semana Santa en Acapulco”; dirigida por Luis Alcoriza, estrenada en 1981. Es una historia costumbrista. En aquel tiempo, en México era tendencia llevar al cine relatos costumbristas como “Mecánica Nacional”, “Lagunilla, mi barrio” o “El Milusos”. Resulta un auténtico deleite ver esa películas.
Lucha Villa y David Reynoso, dos referentes actorales del cine mexicano, protagonizan el filme de Alcoriza sobre la Semana Santa. Sus actuaciones en esa película resultan memorables. Recreando las vicisitudes que han pasado millones de turistas en cualquier época de cuaresma, en cualquier destino de playa: un periplo repleto de obstáculos.
Hoy, el panorama es diametralmente opuesto. El viacrucis lo viven quienes dependen del sector turismo. La expectativa para la ocupación hotelera para esta temporada es de apenas 51%. Esto significa una muy ligera recuperación de este sector.
Resulta raro, hasta bizarro, observar imágenes de las playas en México, con visitantes que se asolean con cubrebocas, intentando guardar distancia social. Habrá que esperar al final del periodo vacacional para saber si esto ha detonado una tercera gran ola de contagios y por lo tanto un tercer confinamiento masivo, mismo que podría extender los estragos del viacrucis que vivimos desde más de un año con esta pandemia de tintes bíblicos
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
