El fin de semana pasado, a través de diversos medios de comunicación se viralizaron cuatro noticias referentes a los ya calificados como feminicidios en Tulum, Holbox y Cancún. Victoria Esperanza Salazar, de 36 años, originaria de El Salvador y madre de tres niñas. Karla, de 29 años, conductora de un taxi y también madre de un niño y las otras dos mujeres aun no identificadas por las autoridades, pero de acuerdo con los reportes presentados por los mandos locales afirman que una de ellas recibió tres disparos y a la otra víctima, le prendieron fuego.
Resultan relevantes estos hechos, en primer lugar, porque recientemente el 8 de marzo, día en el que se conmemora la lucha por los derechos de las mujeres y que de manera particular este año, aun y con pandemia, no dejaron de hacerse presentes las protestas feministas para exigir justicia, manifestaciones que recordemos no fueron del agrado del presidente, sobre todo aquellas que se llevaron frente a Palacio Nacional y que en ese momento calificó como “provocaciones”.
Segundo, de acuerdo con las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el estado de Quintana Roo no había registrado feminicidios hasta 2017, cuando reportó cuatro víctimas en ese año.
Tercero, estos hechos surgen a tan solo 4 meses en el que hubo un ataque justamente en Quintana Roo, hacia feministas por medio de las autoridades locales que realizaron disparos al aire cuando este grupo realizaba una manifestación por el feminicidio de una joven de tan solo 20 años y que en ese momento el presidente mencionó que el asunto competía a la “policía local”.
Desafortunadamente esta misma “policía local” fue participe en esta ocasión del deceso de una mujer salvadoreña. Victoria, residente permanente en México por razones humanitarias, fue asfixiada hasta la muerte con la rodilla de un policía municipal en presencia de otros tres uniformados, quienes la detuvieron supuestamente “por alterar el orden público”. De acuerdo con los peritajes, Victoria resultó con una fractura en la parte superior de la columna vertebral. “La técnica policial de control corporal aplicada y el nivel de fuerza utilizado se realizó de manera desproporcionada, inmoderada y con un alto riesgo para la vida, ya que no fue acorde con la resistencia de la víctima lo que ocasionó una desaceleración con rotación del cuello, violándose con ello lo establecido en la Ley Nacional sobre el uso de la fuerza”, detalló la Fiscalía General del Estado de Quintana Roo (FGEQ) en un comunicado.
Después de estos hechos el presidente de México mencionó nuevamente su indignación y solicitó de forma inmediata se esclarezcan cada uno de los casos, pero la pregunta es, ¿De que sirve la indignación, sin actuación y sin una coordinación entre mandos federales, estatales y locales eficiente? De acuerdo con el “Reporte Anual sobre Derechos Humanos en el Mundo 2020”, se estimó que en México el 94 por ciento de los delitos no se denunció o no se investigó. Hubo informes de que algunos agentes del gobierno eran cómplices de bandas criminales organizadas internacionales, y hubo bajas tasas de enjuiciamiento y condenas por estos abusos.
Queda claro y es alarmante la falta de una propuesta de política pública que brinde las acciones necesarias para controlar el tema de seguridad, sobre todo el que tiene que ver con las mujeres. La impunidad ha sido, es y será un problema que mientras no se controle, truncará cualquier acción que busque garantizar la seguridad de los mexicanos.
Hoy no solo necesitamos discursos de erradicación de la corrupción, necesitamos acciones reales en beneficio de la seguridad del país, y que no solo se ponga atención en los feminicidios que se hacen visibles y en algunos casos mediáticos por parte de los medios de comunicación. Es necesaria y urgente la capacitación y profesionalización de los elementos de seguridad ya que es evidente que, en su mayoría, no cuentan con la profesionalización, mucho menos con la sensibilidad y empatía ciudadana que demanda su cargo, es más la ciudadanía no se siente segura con ellos y el respeto por su cargo se ha ido deteriorando.
Todos los casos merecen ser atendidos con la misma fuerza que aquellos que se viralizan en redes sociales. Hoy el discurso y la indignación ya no son suficientes, hoy lo que se necesita es el trabajo coordinado entre los distintos elementos de seguridad, así como distintas instancias gubernamentales relacionadas con el tema, de tal forma en la que el feminicidio deje de convertirse en una noticia cotidiana en nuestro país.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
