¿Es posible reconocer la existencia de las personas trans sin reforzar el heteropatriarcado y los roles de género? Esta pregunta es un error en el planteamiento porque reconocer la existencia de las personas trans implica reconocer cómo el heteropatriarcado y los roles de género nos imponen los únicos permisos que tenemos para escapar de la violencia y para tener una vida más o menos “normal”. Y sí: las enormes privilegiadas son las mujeres trans con pase, que logran pagarse un tratamiento hormonal (y que tienen las condiciones de salud para poder hacerlo) o una intervención quirúrgica, las que nacieron con características físicas parecidas a los estándares de belleza que se les impone a todas las mujeres, las que pueden ejercitar su voz& en fin. Se les perdona a las que para expiar las culpas por ser una disidencia en las identidades logran cumplir con los máximos estándares de belleza impuestos a las mujeres.
La pregunta confunde identidad con género. Por supuesto que hay que abolir el género, pero no así a las identidades. Y mucho menos abolir a las vivencias y formas de existir que no son elegidas, así las podamos explicar y justificar racionalmente o no.
Y ahora nos toca analizar el punto más controvertido de las diferencias entre sexo y género. ¿Si el sexo no se elige, puede elegirse el género que es una construcción social?
Si bien es cierto que el género es cultural, está predeterminado y asignado al sexo con el que naces. De hecho, como hemos visto, precisamente se ha creado para diferenciar a mujeres y hombres. Por tanto tú no eliges tu género, es decir, no eliges el conjunto de roles que se te van a asignar desde que naces. Lo determina tu sexo.
El género nos oprime obligándonos a vivir de una forma determinada que no siempre es la deseada. Gracias a la lucha feminista, que nos va haciendo cada vez más libres, muchas niñas quieren el color azul y jugar al fútbol y muchos niños quieren llevar el pelo largo, pintarse las uñas y jugar con muñecas.
La sociedad castiga con la discriminación o incluso con la exclusión social a quien desobedece los roles patriarcales, pero que prefieras un «color de niña» o te gusten los vestidos no te convierte en niña. Tus cromosomas siguen siendo XY, tu sexo sigue siendo varón, como te dio la naturaleza. Y por mucho que te guste el rosa o las diademas no vas a cambiar con eso el rol que se te ha asignado al nacer según tu sexo, el género masculino. El género es mucho más que un color o un vestido, es un conjunto amplio de normas sociales que aprendes desde que naces y que, aunque vistas de rosa y te pongas purpurina, tu papel social es el de la dominación.
¿Si las mujeres pudiéramos elegir el género nos quedaríamos todas con el que está por debajo del otro? Creo que no. Lo que ocurre, es que el patriarcado para aferrarse a su poder. La abolición del género es lo que nos hará libres de ser y hacer lo que queramos
¿QUÉ SIGNIFICA ABOLIR EL GÉNERO?
Reeducar a nivel sociocultural a las personas para que aquellos conceptos sociales como el comportamiento, las actividades, la personalidad, los gustos, etc., no sean impuestos según el sexo con el que cada ser humano nace.
Construir una sociedad libre de etiquetas que nos encasillan en un sistema sexo-género opresor donde cada persona independientemente de su sexo pueda ser y expresarse como realmente quiera.
Aceptar que nuestra capacidad reproductiva es la única diferencia entre hombres y mujeres y todo lo demás (juguetes, colores, ropa, actitudes, comportamientos, etc.) sólo son particularidades personales no asociadas ni impuestas.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
