La literatura de ciencia ficción planteaba un futuro lejano, a veces muy lejano, para plantear situaciones que podrían resultar casi increíbles. El cine se encargó de hacer visibles muchas de las maravillosas historias ficticias planteadas en un contexto ulterior al de nuestra era.
¿Hacia dónde vamos? Podría resultar una pregunta filosófica, hasta existencialista. Quizá nadie podría responder hacía dónde va la humanidad en estos momentos. Vivimos un periodo de transición. ¿Transición de qué? Del todo.
A mediados del año pasado, publiqué en este espacio, la columna titulada “Nos alcanzó el ciberpunk“. Me parecía que ciertos aspectos de la narrativa ficticia del ciberpunk, comenzaban a ser más visibles, eran ya tangibles entre nosotros.
Ahora, después de siete meses de haber comparado nuestro presente con el futuro distópico planteado en la literatura y el cine ciberpunk, me puedo percatar que estamos atravesando un periodo transitorio hacia una nueva era de la humanidad.
Solo hace falta echar un vistazo alrededor de nosotros para advertir la prematura llegada del futuro, de ese futuro que solo existía en las letras y en las pantallas. Vivimos en un mundo hípertecnológico. Nuestro accionar cotidiano depende en gran medida de la tecnología.
Buche Bethke, escribió en 1980, un cuento sobre niños que viven en una sociedad absolutamente tecnológica. El texto se publicó en 1983 con el título “Cyberpunk”. Berthke, con el título que daba a su narración, acuñó este término. Después de él, creadores de literatura, cine y videojuegos lo usarían con frecuencia para describir escenarios muy similares a los que hoy el mundo comienza a presentar.
Las fantasías biológicas, dejaron de serlo para convertirse en realidades. Como muestra tenemos a esta pandemia que no conoce el fin. A Neuralink, empresa de Elon Musk, que experimenta con implantes de chips en cerebros de monos y cerdos. Las fantasías financieras también dejaron de serlo, lo vemos con el frenesí por las inversiones en criptomonedas. O los objetivos de colonizar el espacio exterior, así nos lo recuerda la NASA y las imágenes que ya envía el robot Perseverance, desde Marte, después de su llegada a ese planeta el pasado 18 de febrero.
La inminente desaparición de salas de cine, añade otro elemento más a la llegada del futuro: la segregación. Hoy, ya no es necesario acudir junto a un grupo de personas para ver una película. Un individuo puede verla sin estar supeditado a horarios; tampoco depende ya de la búsqueda de un local donde se exhiba esta. Basta con poseer un dispositivo móvil, una pantalla o un ordenador. Lo mismo ocurre con el sistema de enseñanza escolarizado; incluso sucede también con algunas labores de oficina. Con esto es suficiente para confirmarlo, el futuro es hoy.
