De acuerdo con el plan nacional de vacunación que dieron a conocer autoridades federales, este mes tendría que iniciar la segunda fase, en la que recibirían dosis de inoculación personas mayores de 60 años, así como trabajadores de salud que no atienden directamente pacientes COVID-19. También para este mes, personal sanitario de primera línea debió haber recibido su vacuna. 

Según cifras del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, los trabajadores de salud en primera línea, prioritarios para recibir vacunas, son alrededor de 1.1 millones. Sin embargo, cifras de la Secretaría de Salud indican que al 31 de enero habían sido aplicadas solo 673 mil 327 dosis; por lo que estamos muy lejos de la estimación que hicieron al iniciar la estrategia cuyo fin es que para diciembre de este año 80 por ciento de los mexicanos estemos vacunados contra el SARS-CoV-2.

El proceso de vacunación en México ha estado plagado de información, veraz, falsa, imaginativa, insidiosa, dramáticamente apocalíptica u esperanzadoramente irreal. Hay señalamientos varios: que si el número de vacunas es tan risible como cínica su promoción propagandística, que si son activos electorales, que si las empresas incumplieron entregas, que López Obrador las regaló a países pobres, que si hubo incapacidad de negociación con fabricantes para surtir el biológico, que si comprarán de la “barata”.

Aiga sido como aiga sido (para usar jerga presidencial), al final se hizo bolas el engrudo y no estamos cerca de lo que se esperaba para estas fechas. Supongamos que las explicaciones gubernamentales sobre una producción rebasada que hizo imposible la distribución como estaba planificada es cierta (bastante plausible) y que los esfuerzos por obtener vacunas son los pertinentes; sin embargo, desafía mi sentido común que a pesar del rezago en el plan y aun cuando enero es el peor mes en lo que va de la pandemia, 16 mil 963 vacunas hayan sido para personal docente en Campeche, como publicó en Twitter Hugo López-Gatell el 30 de enero.

Según la propia estrategia federal de vacunación, los dos sectores prioritarios para aplicar las dosis son trabajadores de salud de primera línea y las personas adultas mayores, porque aquellos están en contacto directo con pacientes y estos son los más vulnerables a fallecimientos causados por el coronavirus. Les siguen en prioridad personas con comorbilidades, luego personal docente de las entidades federativas en semáforo epidemiológico verde y al final el resto de la población.

El argumento de las autoridades para vacunar pronto a maestras y maestros en entidades con bajo riesgo es para volver lo más pronto a clases presenciales a fin de evitar el temido y real rezago educativo que ha incrementado con la modalidad a distancia, así como para reactivar la economía con el regreso de los estudiantes, aunque el sentido común señale que reabrir las aulas implique aumentar el riesgo de contagio tanto para alumnos como para sus familiares.

Sin embargo, a pesar que Campeche estuvo unas semanas en semáforo verde, pronto volvió a la alerta amarilla, por lo que otra vez está fuera del supuesto en que docentes podrían recibir las vacunas; además que en ningún momento se ha cumplido la cobertura para los sectores prioritarios, por lo que tampoco tendrían que ser sujetos de vacunación, por ahora.

Mientras continúa la rebatinga por las vacunas, López Obrador apareció tras el anuncio de su contagio para acallar a los buitres que repartían aquí y allá especulaciones mezquinas. Pero el tabasqueño sigue sin asumir su responsabilidad como presidente y emitió su mensaje sin cubrebocas, que debe ser parte indispensable de su imagen para promover su uso. Además, el marco lujoso en Palacio Nacional para mostrar su recuperación se ha leído como cínico contraste con la ciudadanía que muere en pasillos de hospitales debido a la saturación& y así es.

ACLARACIÓN                                                   
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

 

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