Al momento de escribir estas líneas, me entero del fallecimiento del brillante cineasta surcoreano Kim Ki-duk. “Es difícil decir que el mundo en que vivimos es una realidad o un sueño”. Línea de su autoría, para la película escrita y dirigida por él, “Hierro 3” (Bin-Jip, 2004). Su muerte es otra gran pérdida para el mundo del cine.
Este año ha sido duro, difícil. El 2020 quedará marcado en la memoria histórica por ser un lapso de tiempo lleno de pérdidas. Casi todos hemos perdido. Algunos, miles han perdido la vida en la lucha contra el virus que hoy azota al mundo entero. Otros hemos perdido a alguien y quizá también hemos perdido algo.
El virus, el infame y misterioso virus nos ha hecho perder directa o indirectamente. Nos enfrentamos a un nuevo modo de vida, nos adaptamos a nuevas formas de trabajo y de convivencia. Millones de personas esperan con ansias la vacuna que pueda poner freno a la propagación de la pandemia. Millones de personas esperan volver a la vida como era antes de esta catástrofe.
Ahora, “la vacuna” es la nueva esperanza de la humanidad. El ser tiene que creer en algo o en alguien. En esta reconfiguración del mundo, la próxima inoculación masiva para efectos de contrarrestar al letal virus, significará la aparente sensación de seguridad que requieren los pueblos.
Para millones de personas, el mundo en que vivimos la realidad se tornó en pesadilla. No estábamos preparados para esto. Algunas autores de literatura de anticipación, desde la ficción, ya vaticinaban un escenario como el que se nos presenta.
Pero nadie anticipó el ánimo que se percibe en lo colectivo. Observo una atmósfera con signos de pesimismo en la gente. Es palpable el ánimo por recuperar lo perdido, desde la calma, hasta la salud; desde lo productivo, hasta el esparcimiento. La situación no conduce a otro sitio que pueda resultar más optimista.
Este presente con características distópicas, resulta incómodo. No conocer la trama de la historia que vivimos provoca incertidumbre. “La vacuna” no es el final de esta historia, tampoco será un método curativo. Solo será un mecanismo que otorgará mayor poder a la industria farmacéutica.
El 2020, es el año de la plaga, el año de la peste, el año de la pandemia. Es el año de la pérdida. En esta realidad, no está en juego la desaparición de la raza humana, como la plantean algunas obras del cine y la literatura de ciencia ficción. Están en juego las emociones y sentimientos de los individuos, así como los problemas que detonan entre estos. Todo lo anterior me conduce a recordar al gran Emilio García Riera y su célebre afirmación: “El cine es mejor que la vida”.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
