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¿Se imaginan que pierdo?… Voy a decir que perdí ante el peor candidato de la historia de la política”.
Donald Trump.
Cuando uno ve y escucha a Joe Biden, virtual ganador de la Presidencia de los Estados Unidos de Norte América, cuesta trabajo creer que sea un político en activo, pues luce de una edad considerable, de pocos gestos y menor energía a la que el cargo del primer mandatario del país más poderoso del mundo requiere.
Fue vicepresidente con Barack Obama, experto en política exterior, creyente de las energías renovables, pero de igual manera, recibió críticas por su propia insensibilidad hacia las minorías raciales en su país y coadyuvó, en su período, a la deportación de cientos de miles de migrantes latinoamericanos.
Algunos críticos se burlaban de que, su ex jefe Obama, tuvo que hacer campaña por él, pues a pesar de una amplia ventaja en las encuestas, la misma fue disminuyendo conforme se acercaba la fecha de la elección.
En México, tenemos periodistas y youtubers que ahora opinan como politólogos, al igual que investigadores que han leído a muchos teóricos, que opinan y opinan, sin embargo, poco atinan.
Muchos dieron pronósticos desmedidos, pero pocos atinaron a que la contienda se resolvería en un final telenovelesco, pues “los especialistas” comentaron que quien ganara los estados de Texas y Florida, aseguraban la elección, ocurriendo exactamente lo contrario.
Muchos otros opinaban, sin explicar a la audiencia como funciona la democracia norteamericana, pues todos los votos cuentan, pero no valen lo mismo, debiendo explicar primero, que cada estado (de los 50 que conforman su pacto federal) aporta un número determinado de votos y él ganador, lo hace con solo 270.
En esta democracia “indirecta”, no gana necesariamente, quien logra más sufragios en el país, es decir, podrá un candidato obtener 5 millones más de votos que su adversario, pero si éste último gana los estados que aportan más votos al colegio electoral (van desde 3 hasta 39 según la entidad), seguramente llegará a los 270, dejando a su adversario en la lona.
Trump perdió con Hilary Clinton hace 4 años a nivel nacional, por alrededor de 3 millones de sufragios, pero logró más de 270 votos, sumando los cómputos por entidad federativa; para esta elección, perdió por casi 5 millones, pero además, su oponente Biden, logró la meta tan anhelada, superando los 270 sufragios que la ley de su país exige para obtener el triunfo.
Trump fue osado en su primera campaña, y apoyado por el Big Data, conoció las tendencias de pensamiento de su pueblo, por lo que enfocó todas sus baterías en contra de las minorías, los migrantes, las mujeres, los programas sociales demócratas y “el robo de empleos” por parte de otros países.
De manera inteligente, utilizó bots y supo que, atacando de corruptos a sus adversarios, lograría ganar simpatías, utilizando discursos de odio que al principio le funcionaron, pero terminaron dividiendo a su nación.
Tuvo un pésimo manejo de la pandemia, comentando que el cubre bocas no servía, que las cifras las inflaban sus enemigos e inclusive invito a sus ciudadanos a salir a las calles sin cuidado alguno, el resultado fueron más contagios y muertes, y cuando intentó reaccionar, era muy tarde.
Con un país lleno de odio, dividido, enfermo, no solo por la pandemia de la COVID, sino por una grave crisis, llegó lleno de soberbia y sordo a modificar su discurso y políticas administrativas, al final perdió, acusando a los demás por sus errores y demandando un supuesto fraude electoral.
La lección no fue para él, sino para su partido y para su pueblo, pues perdió, como él lo ha dicho, quizá ante el peor candidato, pero lejos de ser Joe Biden, su peor enemigo y candidato fue el propio Donald Trump.
La pregunta que ahora habrá que hacerse es sí el resto de los primeros mandatarios en América Latina habrán aprendido en cabeza ajena y estarán dispuestos a dejar la guerra sucia y las acusaciones a diestra y siniestra, para lograr unir las voces y sacar a sus países abantes de la gran crisis en la que están sumergidos.
Esperemos, lejos de ver leyes agresivas, impuestos aterradores y acusaciones de todo tipo, mandatarios humildes, inteligentes y sensibles a la realidad, que para el 2021, nos espera a todos, de otra manera, será el pueblo quien decida, en sus respectivos países, castigar con el voto, como acaba de suceder con los vecinos el Norte.
Por hoy me despido, esperando tus comentarios.
Hasta la próxima.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
