Dicen que nada es verdad ni mentira, que solo depende del cristal con que se mira, y si, la filosofía de vida, las prioridades, las actitudes y las resoluciones a cada situación son determinantes en nuestra percepción de la verdad.

Pero quien no ha tenido días que ponen en tela de juicio nuestras creencias, aquellos días donde todo se complica, pierdes el trabajo, la cartera, te roban, alguien enferma, tienes un accidente, o simplemente te das cuenta que algo no funciona, normalmente esos días malos están asociados con una perdida, con un temor, por eso se habla de la fortaleza en las personas que no tienen apegos.

Continuamente en el día a día se es víctima de los errores de las personas que te rodean, o de las propias distracciones, eso implica retrasos, problemas, mal estar, molestia, enojo, se pone peor cuando no nos permitimos actuar de la manera correcta, es decir cuando no expresamos nuestra emoción honesta, sin disfrazarla de berrinche, capricho, o incluso de herramienta de manipulación.

Por lo tanto, la mejor actitud ante cualquier situación es la correcta, la honesta, llorar, reír, o guardar silencio, de manera momentánea, y luego cortar los lazos con aquella conmiseración del cerebro que impide ver con claridad y empezar a resolver, probablemente las cosas se salgan de los planes, del control,  perderemos esa zona de confort que nos da la falsa seguridad de algo y se tendrán que replantear las estrategias, para lograr o incluso puede pasar que debamos cambiar el objetivo.

Los días malos son la oportunidad de agradecer lo bueno, de quitar poder a los apegos, o la sal y pimienta de la vida, a veces no queda más que confiar, que la lección acabará hasta que se aprenda, entender de necedades, no queda más que seguir y recuperar, la vida es más simple cuando entendemos de tiempos, de finales, de procesos, de evolución.

Este no es un consuelo, no son las palabras que te gustaría escuchar si tienes una mala racha, mucho menos si tu corazón esta roto, si tu confianza se ha perdido, o si te sientes encerrado en un caracol de sucesos interminables que te tienen al filo de tirar la toalla, solo es una alternativa, un llamado al pensamiento claro, porque lamentablemente en ocasiones nos quedamos enfrascados en una problemática que poco a poco opaca la visión de lo demás.

Las injusticias pasan, las consecuencias se pagan, y todo tiene un rumbo, como se afronte solo es responsabilidad de uno mismo, y como se diría en teatro, lo que no se dice, se actúa.

Y si no créeme que el proceso será  agotador, sufrido y desesperante, a seguir  que esto no se acaba hasta que se acaba.

 

ACLARACIÓN                                               
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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