En algunas ocasiones sentimos que por lo que hemos trabajado, luchado, por lo que siempre esperamos que suceda y que tanto deseamos, que tanto hemos planeado, simplemente no llega.

Pero cuanto más nos aferramos a algo menos llegará, porque invertimos todas nuestras fuerzas y la mayoría de las ocasiones los anhelos se convierten en ansiedad acerca del futuro. Lo que ocurre es que perdemos todas nuestras fuerzas, incluso el objetivo mismo de la situación. Presionamos tanto que el “universo colapsa” y no lo dejamos trabajar.

Escuchamos frases como: “No esperes que suceda, haz que suceda”, debido a esto insistimos incluso cuando sabemos que al final cambiamos completamente el objetivo. Al aferrarnos, al querer que todo suceda de acuerdo con el orden mental que esperamos, es lógico que nos sintamos frustrados, sin rumbo, sin tener una meta clara porque estamos desgastados.

En esta situación llega un poco de resignación. Aceptas que no lo puedes lograr (aun cuando sí lo puedas hacer), solo que todo pasará en tiempo y forma, de acuerdo con las circunstancias y no con nuestros deseos.

Alguien optimista mencionó que sí se puede tener todo en la vida, solo que no al mismo tiempo. Este planteamiento es muy elocuente. Es necesario que seas paciente, pues por mucho que tengas, siempre habrá algo que necesites o creas necesitar.

Te planteo la idea de que tengas un plan “B” que te ayudará a ser más resiliente (anteriormente ya hemos hablado en este espacio acerca de la resiliencia). Nos hemos olvidado de frases como “no esperes nada, deja que la vida te sorprenda”, pero nos es difícil lidiar con la idea de esta frase, porque cuando trabajamos tanto en algo, cuando ponemos todo nuestro empeño, incluso cuando ponemos toda nuestra atención, claro que esperamos que suceda, pero ciertas situaciones se presentan más como una lección que como un reto: ¿qué tan paciente eres? o ¿qué tan tolerante eres a las frustraciones?

Es común ver que las personas pierden interés en lapsos de su vida, por aquellas cosas que tanto anhelan y no suceden. Pero tenemos que replantearnos si todo lo que deseamos en realidad nos conviene.

Muchas veces el deseo nos impide ver los defectos de cualquier cosa que se nos avecina. Tendemos a idealizar y esto no nos deja ver la parte negativa, el efecto secundario que nos causaría, incluso aplica para personas y situaciones específicas.

Recuerda que no todo lo bueno es así en su totalidad, siempre tendrá un punto malo, y en lo malo siempre existe algo bueno. A esto lo llamo equilibrio.

Polarizar todas las circunstancias nos hace daño, porque dejamos atrás la balanza que nos podría brindar la capacidad de entendimiento. La sensación de vacío puede permitir darnos cuenta de todo lo que sí hemos conseguido y tenemos. Eso tiene un efecto positivo que nos anima y nos brinda la capacidad de disfrutar la vida, incluso con las propias limitaciones.

Llevar una vida equilibrada es un factor importante que refleja cómo estas interiormente. Hacer uso de una balanza nos permite no perder el objetivo específico que tenemos, incluso nos reafirma el amor propio.

Han cambiado tantas cosas que nuestras raíces deben estar llenas de amor propio. Cada día nos enfrentamos a una realidad más despiadada, llena de cosas negativas que nos llevan a evitar muchos nuevos intentos por miedo al fracaso. A veces la meta esperada no es la que tú deseas, pero eso no impide que surjan en ti nuevos propósitos, incluso un nuevo sentido de vida. Tus experiencias pueden llevarte a que aciertes más, a que tus metas sean más viables y funcionales.

No te cierres ante la posibilidad de ver las situaciones como un reto, pero hablo de un reto sano, que te invite a superarte a ti mismo, a ser mejor en cuestiones pequeñas, para que ahí encuentres tu verdadera fortaleza ante las grades enseñanzas que vienen con la vida, con los años, con la experiencia.

No hablo de un reto que lleve a obsesionarte ni a que sientas que las circunstancias no están a tu favor, a que desistas o incluso llegues a la autocompasión. Sé valiente, pero también genera más astucia en elegir personas y proyectos que sean viables, no fáciles. Recuerda que depende de cada uno ser cada día la mejor versión de sí mismo.

ACLARACIÓN                                             
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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