El jueves 8 de octubre, dio inicio la 4ª edición del Festival Internacional de Cine Luz del Desierto; cuya sede física es la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Esta vez, el festival se lleva a cabo de manera virtual. La pandemia que nos azota, ha propiciado la generación espacios virtuales, obligando a realizar verdaderas proezas a quienes difundimos cine a través de un festival.

Con enorme agrado recibí la invitación del director de este festival, para formar parte del Jurado en la categoría internacional, para películas de corto y largometraje. Acompaño en esta tarea a Marta Salvador Tato, distribuidora de cine de España, y, a Jhonny Obando, cineasta y director del Festival Internacional de Cine de Guayaquil, en Ecuador.

Uno de los más altos reconocimientos a los que puede aspirar un profesional del medio cinematográfico, es ser elegido como miembro del jurado de un festival. En esta labor, la de elegir a los ganadores de un certamen cinematográfico, han convergido en la historia de los festivales de cine: actrices, actores, guionistas, productores, directores,  críticos y periodistas.

EL primer jurado para un evento de esta naturaleza, se integró en 1936, durante la 4ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia (Mostra Internazionale d’Arte Cinematografica della Biennale di Venezia), en Italia. Presidido por Giusseppe Volpi, quien en 1932, fundó este, que es, el  proyecto primigenio de los festivales de cine.

Ser jurado de un festival, va más allá de ver películas y decidir cuál es mejor que otra. Para ser jurado se requiere contar con una trayectoria que demuestre el dominio de por lo menos alguna de las áreas de la industria cinematográfica; se requiere apertura de criterio; además una alta capacidad para discernir y dialogar.

Un jurado que toma en serio su papel, ve cuantas veces sea necesario, las películas a evaluar. También estudia y analiza todos los elementos de un trabajo cinematográfico. El jurado se convierte en un observador que agudiza los sentidos para examinar un producto fílmico.

Para mí, ser jurado de un festival de cine, es un honor. Es una oportunidad para  aprender de mis compañeros, de mis colegas cineastas. La pandemia no es obstáculo para interactuar con la gente del medio cinematográfico, la tecnología nos permite acercarnos, claro de forma virtual. Con todo y la distancia, al igual que la frialdad del mundo digital, emociona ser parte de un jurado, el gozo es diferente, pero al final es una satisfacción, es un logro.

ACLARACIÓN                                             
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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