Aunque un sector de la sociedad, principalmente detractor del presidente Andrés Manuel López Obrador, advierte polarización extrema de la sociedad impulsada por el discurso del tabasqueño, la división social en México era ya bastante marcada desde antes que llegara a la presidencia. La discusión política de aprobación y rechazo a la administración federal es solo más leña a un fuego que persiste desde hace tiempo.
Pero de vez en vez, la discrepancia social tiene algún receso generalizado, casi siempre derivado de celebraciones que promueven la integración, como unas vueltas alrededor del Ángel de la Independencia por un triunfo del Tri, por ejemplo. En últimas fechas, sin embargo, la unión multitudinaria ha derivado del odio que se concentra en personajes de ocasión, como el desafortunado maleante que recibió tremenda golpiza en una combi.
La opinión popular se inclinó en favor de quienes no demoró en nombrar “héroes de la combi”. El vínculo emocional no fue difícil de conseguir pues la inseguridad es común a todos los que viven en la periferia de la Ciudad de México y viajan a esta a diario para ganarse el pan, así como a otras personas de muchos sitios de este país. El video habrá sido liberador, leve consuelo entre cotidiana impunidad, solidaridad derivada del linchamiento.
Situación similar ocurrió hace unos días con la ya célebre “Lady 3 pesos”, quien fue despedida de su trabajo luego de ser viralizada en redes sociales por discutir, insultar y menospreciar a guardias de seguridad de una tienda de autoservicio. La fama que obtuvo en el mundo virtual le valió el despido que celebraron muchos al considerarlo reprimenda justa a sus acciones. Una vez más, la unidad llegó por medio de las ganas de ver castigado a un personaje reprobado ética y moralmente por la voz popular.
Aunque ambos linchamientos, uno físico y otro mediático, dieron fugaz consuelo al hartazgo y la indignación social, poco contribuyen a detener las circunstancias que los originaron. Por un lado, la violencia volcada sobre el asaltante y celebrada por miles, es reflejo de la condición agresiva de la sociedad que ve en los golpes método de sanción, liberación y justicia ante la incompetencia de autoridades y los constantes abusos por parte de delincuentes cuya violencia inicial es inmisericorde.
Ayer nuevamente se difundieron imágenes del asalto a un vehículo de transporte público, en el que un hombre disparó y asesinó a un pasajero para mostrar su poder, infundir temor y probablemente con la intención también de evitar lo que ocurrió semanas atrás. El círculo de la violencia.
Por otro lado, la prepotencia de la mujer que insultó a guardias de seguridad quizá cobre fuerza en la mujer luego que el desplante y la reacción social correspondiente le valió un despido sin ningún tipo de acción que tenga por objeto concientizarla al respecto para modificar no su conducta, sino la base que la origina.
En ambos casos al final nadie aprendió nada y la unión derivada de la violencia y el hambre de justicia a la brava nos mantendrá como víctimas y ejecutores.
