Juan Carlos Tapia Vargas, director general de Construcciones Tapia, estaba incómodo en la boda de Enrique Peña Nieto. No era por poco sociable, pues sabe bailar, hiperactivo. Fue la comida francesa que se sirvió. “Sin picante y estaba llena de señoras copetonas”.
Ahora, la empresa fue ligada a la trama de corrupción de Odebrecht y anteriormente inhabilitada por la Secretaría de la Función Pública (SFP) e investigada por supuesto robo de hidrocarburo, hace tres años.
Pero en aquella boda, cuando la fortuna del empresario solo podría ir en ascenso, decidió quedarse un ratito.
“Y, aunque se me invitó a ser el alma de la fiesta porque se me da bien la bailada, preferí negarme, me sentí extranjero en esa fiesta dentro de mi propio país y servía cocina internacional”, apunta Juan Carlos Tapia de esa ocasión.
El oriundo de Atitalaquia también recuerda cuando compró su único traje de diseñador en Polanco, Ciudad de México, para un evento muy importante.
“Me sentí comprometido conmigo a no subir de peso, pues usaría ese mismo atuendo para posteriores reuniones, como cuando fui a ver al presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en su toma de protesta”.
Así lo cuenta en el libro El valor de dejar la pobreza, una autobiografía de la editorial Página seis, luego que desde hace años Construcciones Tapia ha sido ligada a Odebrecht, empresa brasileña acusada de apoyar la campaña de Peña Nieto y pagar sobornos para aprobar la reforma energética.
El libro está dedicado a la memoria de quien fuera la administradora de Construcciones Tapia, Fabiola Tapia Vargas, quien, según versiones periodísticas, falleció en 2014.
De acuerdo con las declaraciones de Emilio Lozoya Austin ante la FGR, Fabiola Tapia participó en el pago de asesores extranjeros en la campaña de Peña Nieto y también fue parte de la triangulación de sobornos a legisladores durante la aprobación de la reforma energética.
Fabiola, “quien era apoderada legal del Grupo Tapia, lo único que me pedía es que por ningún motivo comentara con su hermano Juan Carlos (Tapia) de lo que hacía, ya que esta persona no conocía lo negocios de su hermana, ni quería involucrar a la empresa Tapia en estos temas. Que ella hacía esto por su cuenta y para apoyar“, declaró Lozoya.
En la autobiografía, Juan Carlos Tapia define a su hermana: “Fabiola, la primogénita, fue una guerrera, se enfrentó a enfermedades críticas y las combatió sin perder nunca la firmeza. Siempre con un aire reservado, contrario a mi carácter enérgico, Fabiola, en vida, cuidó mis espaldas, buscaba poner orden a mi creatividad, a mis ideas y acciones”.
Construcciones Industriales Tapia nació en Tlamaco, Atitalaquia, con seis trabajadores y cinco máquinas de soldar en 1997, para convertirse en un conglomerado con clientes de Norteamérica y Europa, además de ser punto clave en la investigación por corrupción que involucra a la pasada administración federal.
La empresa fue inhabilitada por la Secretaría de la Función Pública (SFP) en 2019 y, además, investigada en 2017 por supuesto robo de combustible, luego que agentes detectaron una manguera conectada a un ducto, la cual se introducía a las instalaciones de Atitalaquia.
Como lo indica el título del libro, Juan Carlos Tapia se explaya en su origen humilde, ocupa el segundo lugar de seis hermanos, el recorrido por estados del país, su trabajo en la Comisión Federal de Electricidad e Ica Industrial hasta fundar la empresa que después ganó licitaciones millonarias durante el sexenio de Peña Nieto y contratos con Odebrecht.
“Monto a caballo con destreza desde la preadolescencia y conservo el gusto de portar mi arma desde los 15 años (como toda tradición familiar guerrerense). Sigo siendo un hombre sencillo, no estoy acostumbrado a lujos ni al alto gourmet”.
De la relación con el presidente del país y la adjudicación de contratos de Petróleos Mexicanos (Pemex) no se detalla en el libro, solo el breve episodio de la boda.
Y agrega Juan Carlos Tapia en su autobiografía: “En Atitalaquia, Hidalgo, tengo mi casita, a donde voy cuando quiero estar a solas y descansar. Es un espacio pequeño, tengo pocas cosas, porque me gusta sentirme vivo, me agrada ser austero. Tiene más cosas un obrero que yo. Amo la casa en la cual no veo nada superfluo y encuentro todo lo necesario”.
El valor de dejar la pobreza es la síntesis de la bonanza de un empresario hidalguense, actualmente en la mira.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
