Todos tenemos una historia, algunas bastante dramáticas, algunas comunes, y otras extraordinarias, algunas públicas y otras ocultas y como diría una amiga algunos son leyendas urbanas, cuando niños la combinación entre lo que creemos y lo que vivimos se combina con la facilidad de crear historias, muchas historias no existieron para los demás, pero si para nosotros, muchas historias solo las creamos para justificar, para entender, para sentirse bien o para creer.

Las historias ocultas muchas veces son aquellas que guardamos en nuestro interior pero que nos llevan a ser lo que somos, que nos forman y que en el peor de los casos nos limitan, son aquellas circunstancias que llegaron a nuestra vida sin pedirlas, sin buscarlas, y que nos marcan, van desde grandes amores hasta traumas de la infancia, de anécdotas divertidas hasta pérdidas, o hechos que cambiaron nuestra vida de manera tajante.

Algunas merecen ser contadas, para liberar, para enseñar, para identificar a otros, otras necesitan ser tratadas, vividas, trabajadas, para superarlas, para darles justo valor, para entenderlas.

Ocultar nuestros miedos, temores, traumas o nuestros sentimientos siempre nos lleva a inventarnos fantasías inexistentes, inventar personajes que no somos, crear estrategias en todo, incluso en lo que debe ser natural, a la larga nos va confundiendo de tal manera que perdemos la noción entre la realidad y la ilusión, y entonces creamos expectativas superiores a la verdad,  hasta ahí no suena tan mal, si olvidamos de manera consiente que las expectativas son la base de la desilusión.

Ser honesto con nosotros mismos es sacar esas historias ocultas, reconocer que se ama o no, que se tiene miedo, que no somos tan perfectos, que tenemos defectos, que nos da flojera,  nos da hambre, reconocer la verdadera razón por la que hacemos tal o cual cosa incluso aquellas cosas que están disfrazadas de buenos actos, pongámonos a pensar por un momento , cual es la razón por la que hacemos lo que hacemos,  todo, por qué estamos con  las personas que estamos, por qué vivimos donde vivimos,  por qué nos gustan ciertas cosas,  por qué de todo lo que hacemos.

Seamos honestos al reconocer los motivos reales que nos llevan a ser quienes somos, mirémonos al espejo y reconozcamos a quien tenemos de frente, veamos si estamos viviendo por nosotros o por los demás, aceptemos que somos el eje de nuestras vidas o tan solo el títere para que otros logren sus objetivos.

Conócete y libera esas historias ocultas, habla sin miedo, di lo que sientes,  confiesa tu amor,  tu cariño o tus deseos, se claro, eso permite redimirte, sin lastimar, no te quedes tiempo de más en donde no debas estar, eso solo te lleva del cariño al odio, al hartazgo a vivir en carne viva lo que es el desamor, agradece, y trabaja, trabaja mucho en ti, evoluciona, no te quedes donde estas, solo funcionando por funcionar sin un propósito real,  más que cumplir con  estándares de conducta.

Nutre tu ser, con la misma necesidad con la que tomas agua, comes o duermes, evoluciona por tu bien y por el de todos, abre tus sentidos a lo que la vida te dice día con día, deja de forzar y fluye hacia una evolución de la conciencia, hacia una mejor versión de ti.

ACLARACIÓN                           
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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