“Me niego a distinguir entre trata y prostitución como si hubiese putas e inocentes” De gira por España, la periodista y activista Kajsa Ekis Ekman asevera que no entiende cómo se sigue discutiendo sobre la abolición de la prostitución. Para ella, es una cuestión de vida o muerte, la de las mujeres prostituidas.
Entrevista tomada de Público.es
Kajsa Ekis Ekman (Estocolmo, 1980) es periodista, activista y una de las voces más reconocidas por la abolición de la prostitución. Conoce de lo que habla. Para escribir El ser y la mercancía, editado por Bellaterra Ediciones, se pasó dos años recorriendo Europa investigando el negocio, sus sindicatos, los lobbies que lo defienden y el testimonio de las mujeres prostituidas.
Las preguntas personales se suelen dejar para el final, pero me resulta difícil hacerlo, especialmente para alguien que habla tanto de lo nocivo que ha sido para las mujeres separar los conceptos cuerpo y alma. ¿Cómo se siente tras dos años metida en las tripas y el negocio de la prostitución?
Bueno. Son más de dos años. Salí del libro, estuve 3 años escribiendo sobre la crisis económica en Grecia y volví al tema de prostitución. Es duro, sí, pero también es muy enriquecedor en cuanto a la comprensión del fenómeno. Quería entender los discursos no abolicionistas que escuchamos sobre la prostitución.
Pero esos discursos se mantienen. Una parte argumenta que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo y otra defiende la libertad de ejercerla.
Eso es lo interesante. Porque por el trabajo del lobby del sexo el discurso es el que tú quieras: desde el trabajo más antiguo del mundo, a la profesión más moderna. Han cogido los términos claves de todos los movimientos sociales. Han secuestrado los términos más importantes y utilizan sindicatos, para convencer a la izquierda; vida privada, para hacerse con la derecha conservadora. Hablan de la libre elección entre dos adultos, que es el término neoliberal más corriente. Mi vida, mi cuerpo, mi decisión es el eslogan para llegar a las feministas. Y al movimiento LGTBI, les dicen que es una sexualidad igual que ser gay o lesbiana.
Pero usted denuncia que no son sindicatos; que no hay libre elección, que se está manipulando la realidad.
No. Claro, ¡no son sindicatos¡. Un sindicato es un grupo financiado por los trabajadores que luchan contra los gerentes y jefes de la industria. Y eso, como tal, no existe en la prostitución. Lo que hay son grupos de lobbistas que se llaman sindicatos para convencer a la izquierda. Algunos son financiados por proxenetas, como en Inglaterra; otros por los Estados, como en Holanda. Otros son sindicatos que ya existían y que abrieron dentro de sus organizaciones espacios para la prostitución. Otros son lobbistas.
Y por supuesto, no hay prostitución libre: eso es falso. La prostitución en sí es sexo entre dos personas. Una que quiere y otra que no. Por eso mismo yo no hago distinción entre trata y prostitución. Me niego, es hacer una distinción entre putas e inocentes.
¿Y qué pasa con las mujeres prostituidas que defienden que quieren ejercer?
Lo que quieren es dinero, no sexo. Si no las pagas, ¿no practican sexo, verdad? Entonces, dales dinero de otra forma. El sexo debe ser libre y ajeno al dinero. En el sexo debe haber deseo y en la prostitución no lo hay.
Pero habrá muchos que dirán que tampoco hay deseo en picar una mina, pero sí quieren la remuneración.
Pero trabajar en minas es un trabajo necesario para la humanidad y el sexo lo practicamos para sentirnos bien. No hay necesidad de sexo. No hay necesidad de que los hombres se corran una vez por día, por semana o al mes. No es un derecho humano.
Habla de que dejemos de mirar a las mujeres prostituidas y pongamos el foco en los hombres ¿Por qué se van los hombres de putas?
Por falta de respeto a las mujeres. Porque no buscan una sexualidad mútua.
En la prostitución él decide con quién; ella no. Él decide cómo; ella, no. Es el sexo más desigual que pueda existir. Ellas, al recibir el dinero, renuncian al derecho de decidir y mandar.
No puedo entender por qué hay tanta gente preocupada por mantener una institución tan brutal, tan capitalista, tan colonizadora, tan patriarcal. Porque entre comprador y comprada se distinguen por género por supuesto, pero también por clase social, por país de origen, por edad (ellos son siempre más viejos. Las niñas que entran en esto lo hacen con 14 años). La desigualdad es absoluta: ellos tienen papeles; ellas, no&. Hasta el estado civil; ellos casi siempre están casados; ellas, no.
Usted dice que el cuerpo nos une a todas las mujeres, pero viendo la división que hay, no pareciese tan claro.
Ricas y pobres tenemos el mismo cuerpo. Las dos podemos sufrir abuso en el matrimonio, las violencias físicas y psíquicas no tienen clase. Nos dividen las cuestiones de trabajo, porque las mujeres ricas no trabajan en el sector reproductivo y luchan por otras cosas, pero el feminismo no es siempre lucha de clases.
¿Y el debate dentro del feminismo entre abolicionistas y no?
Para mí, la máxima del feminismo es defender el derecho de vivir de las mujeres. Y si tú no estás en contra de la prostitución, que es una de las fuentes de mortalidad entre las mujeres, ¿qué es feminismo? Si tú defiendes una institución patriarcal donde el hombre tiene todos los derechos y las mujeres ninguno& ¿Por qué debe haber una serie de mujeres de origen pobre que existan para eso?
El mecanismo de defensa de tanto las personas en prostitución como en vientres de alquiler es disociar cuerpo y mente, cuerpo y mercancía para apropiarse de la capacidad reproductiva de las mujeres, fundamento de la sociedad patriarcal. Utilizan técnicas de desconexión universales: tratar de pensar en otra cosa, utilizar drogas para evadirse, cualquier cosa…. ¿Cómo si no vas a vivir en un mundo donde tienes que vender tu cuerpo o a tu propio hijo, parido por ti?
Porque, ¿qué es un acto sexual? Es placer, es unirse con la otra persona, es sentir& Es un momento donde el alma y cuerpo se unen. Y aquí, solo una persona disfruta y la otra desconecta.
En este sexo comprado cuentan las emociones y los deseos de los compradores; nosotras no valemos nada: somos cosas. Y ojo, veamos también la tasa de mortalidad de estas mujeres. Porque no estamos hablando de filosofía y de qué es libertad. La tasa de mortalidad en las mujeres prostitutidas es un 40% más alta que de las que no. No podemos esperar 20 años más para abolir la prostitución. Estamos hablando de vida o muerte.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
