El arte y la creatividad por más de 40 años han acompañado al señor Maximino Rivera, quien desde los 13 años ha creado juguetes populares de lámina.
Nacido en el barrio El Zapote uno de los más históricos, Maximino Rivera Pérez, en compañía de su hermano empezó a crear cornetas, rehiletes, sonajas, globos, palomitas y mariposas, juguetes que hicieron felices a miles de niños de todo el País.
“Empecé con mi hermano desde muy joven. No había trabajo y él me enseñó a fabricar lo más esencial. Con el paso del tiempo me gustó mucho esta actividad porque yo veía la felicidad de los niños cuando agarraban los juguetes que hacíamos”, dijo Maximino Rivera.
En las calles de Acapulco y 16 de Septiembre donde estaba su taller de este celayense los recuerdos son imborrables porque la gente que lo conoce fue testigo de las enormes filas y las esperas hasta la madruga por llevarse un ejemplar de este artesano.
Después de tres años de aprendizaje Rivera Pérez se casó y tuvo 13 hijos, lo que lo obligó a separarse de su hermano y continuar por su cuenta.
“Cuando me case tenia la necesidad de ganar mas dinero porque empezaron a llegar los hijos. Con tanto gasto empecé hacer carros de lamina y de esa manera también estufas, gabinetes, fregaderos, refrigeradores, camas y comedores”.
Con la ayuda de su esposa y sus hijos los Rivera empezaron a trabajar como una verdadera familia y hasta comenta este artista que utilizaban su cabello para hacer las brochas con las que pintaban la lámina, ya que con las convencionales no quedaban bien detallados.
Pero la vida de este “creador popular” daría un giro repentino cuando los juguetes de importación y los chinos llegaron al país empezaron los problemas en las ventas hasta que decidieron cerrar el taller así como el local donde vendían estos objetos.
En la actualidad Maximino Rivera tiene 88 años sigue viviendo en su querido barrio y aunque solo ha recibido tres reconocimientos por parte de las autoridades de cultura estatales, se siente satisfecho por su trabajo y por ser el primer celayense que inició con este tipo de actividad.
“No hay apoyo para los artesanos del país. Me hubiera gustado que reconocieran mi trabajo cuando todavía podía hacer estos juguetes. Solo me visitaban algunos estadounidenses para ver como estaba y admirar lo que me gustaba fabricar con mi imaginación”.
Las hijas de este guanajuatense comentaron que japoneses y personas de otros países se llevaron varios ejemplares, esto porque los consideraban como algo original y con mucho ingenio.
