“I want to see you and taste you and smell you, just because I can”
– Watchmen
Supongamos que vives sin compañía. Tu familia está en otros estados, tus amistades son pocas y apenas pueden visitarte, por trabajo, responsabilidades o por la hipocondría que como Ángel Exterminador les impide atravesar sus puertas para asomarse al sol. En estas circunstancias te contagias del virus que creíste ficticio y las autoridades te dijeron que, aunque difícilmente padecerás algo más que un poco de fiebre debido a la juventud, debes desempolvar tu responsabilidad social y quedarte en casa por dos semanas hasta que el bicho se harte de ti y desaparezca.
El escenario es bastante plausible, probablemente es ya realidad de cientos, acaso miles. Muchos de ellos carecerán de las provisiones requeridas para sostener un confinamiento de 15 días, y sin más fuente de ingreso que sus propias manos, aun virulentos necesitarán continuar sus actividades (máxime si persona alguna depende de ellos), por lo que harán a un lado las recomendaciones sanitarias para salir a buscar alimento, pues el hambre es y siempre será canija. Habrá también, sin duda, quienes incluso con vegetales en el refri y pastas en la alacena echen al caño todo resto de empatía social porque sencillamente creen imposible vivir sin pizza de arrachera.
Así, de entre estos últimos habrá uno en la caja del restaurante en espera de su pizza, la cual podría comer sin empacho ni repercusión (al menos para sí) si no fuera por la tendencia social de convertir la vida en contenido de Instagram. Por esta razón decidió hacer todo esto con el teléfono frente al rostro para mostrar a sus contactos que el pinche antojo y las ganas de salir fueron tan inaguantables que, a sabiendas de su condición, abandonó la reclusión, eso sí, con cubrebocas puesto, ni que fuera un inconsciente.
El hipotético caso (no es que alguien en verdad haga estas cosas) del joven contagiado que sale a manosear productos del súper sin tener necesidad, es mero ejemplo de cómo socializamos durante y aun mucho tiempo antes del coronavirus.
Hay quienes ven al final de la pandemia un cambio drástico de las formas de interacción humanas, entusiastas revolucionarios prevén incluso el desmoronamiento del voraz capitalismo; otros menos arrojados hablan de modificación en conductas o en modos de producción y consumo.
Aunque me gustaría compartir la creencia de que comienza el final del capitalismo, no es algo que vea cercano. Ni siquiera percibo un radical cambio en las formas de socialización, si acaso tal vez la pandemia refuerce las formas digitales. Puede ser un empujón para que nos alejemos un poco más de la interacción presencial para refugiarnos en la comodidad de la distancia. La tecnología le viene bien a las apariencias; es más fácil elegir un filtro que arreglarse para cumplir con los estándares sociales estéticos.
Agradar es necesidad impuesta que generalmente acatamos con más o menos reservas. Para tal efecto restringimos el acceso de otras personas a nosotros mismos; elegimos lo que pueden ver, pues, lo cual es harto más sencillo si podemos seguir en pijama cuando “abrimos” nuestro mundo al ojo público.
La tendencia de convertirnos a nosotros mismos en productos de consumo, laboral o socialmente, contribuye también a querer transformar la cotidianidad en contenido compartible. Tan solo en las últimas semanas, la red social Tik Tok alcanzó más de 1 millón de descargas y es una de las ventanas más utilizadas para asomarnos a las “virtudes” y “felicidad” ajenas. Hasta el momento, lo único que cambió es el espacio desde el cual compartimos nuestras vidas, ajustado a la reclusión.
Sin embargo, por otro lado, suelo ser pésimo vidente. Así que tal vez la prohibición del contacto presencial nos haga desearlo y disfrutarlo con mayor entusiasmo de como hicimos alguna vez antes de la emergencia de salud, o quizá las ganas de interacción social física sean mero interés momentáneo y a los pocos días regresemos al ensimismamiento de celular.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
