Los seres humanos estamos en constante búsqueda, ya sea de fuerza, de valor de motivación, de respuestas, de amor, de sueños, de satisfacción y la lista es interminable, buscamos y buscamos sin parar, en ocasiones nuestra búsqueda nos lleva a caminos contrarios, a mayores dudas, a tristezas y a heridas, a veces nos detenemos en lugares cómodos de sombra, bajo el cobijo de sensaciones o emociones placenteras, y deseamos que permanezca así, sin riesgos, sin dolor.
Algunos de nosotros construimos muros de protección, muros disfrazados de miedos, de inseguridades, muros que impiden ser lastimados pero que a la vez nos limitan la capacidad de disfrutar plenamente, ver la esperanza y volver a sentir.
A veces cuando somos muy afortunados llega algo a nuestra vida que rompe nuestros muros, que nos deja desprotegidos, que nos vuelve de nuevo vulnerables, como un niño pequeño, como un capullo, y es que, si lo pensamos así, ¿cómo podrá una rosa florecer si está protegida por una carcasa impenetrable?, y solo queda volver a confiar, darse la oportunidad de disfrutar de nuevo el sol, de sentir la lluvia, de crecer en libertad, de ser admirado, de tener sensaciones que causen orgasmos a nuestros sentidos.
Confiar, que palabra tan compleja, cuando con el paso del tiempo entendemos que los seres humanos somos egoístas, cuando sabemos el alcance de nuestros propios actos, confiar aun cuando vemos por nuestros intereses, confiar sabiendo que nos han enseñado a actuar y no a sentir, confiar aún con heridas, confiar sin fincar nuestra seguridad en los actos de los demás si no en los propios, confiar incluso y a pesar de.
Y después de la confianza tal vez el sol queme tus pétalos, o te de un hermoso color, tal vez la lluvia caiga con granizo quemando tus hojas, pero sin ella morirás lentamente, de algo estoy segura y es que serás afortunado, cuando te encuentres suspirando intempestivamente, cuando tengas esa motivación que te anima a seguir, cuando sientas que tienes super poderes, seas el más valiente, el más fuerte, cuando te sientas vivo, cuando te sientas pleno, y las horas se conviertan en segundos, cuando los miedos no ganen la partida.
Hoy escribo a esa opción que alimenta mis días y mis noches, a ese sueño despierto, a esa esperanza, a la alegría, al latir incontrolable del corazón, a la fortuna de haber roto mis muros, a la posibilidad de ser nosotros.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
