El pasado 21 de febrero, la plataforma de streaming Amazon Prime Video, estrenó la serie Hunters. Bien podría haberse titulado Oda a Tarantino. Desde el diseño de su cartel, el uso de los colores en materiales promocionales y un sinfín de características propias de la obra de Quentin Tarantino, hacen de esta serie un homenaje a este director.
La serie es extraordinariamente bien producida. La historia transcurre en los años setenta. La dirección de arte, vestuario y maquillaje son impecables. Los recursos técnicos, como la fotografía, la edición y el diseño sonoro, son de magnífica calidad. Copiar a Tarantino debe ser complejo, los realizadores de esta serie han logrado un excelso trabajo de producción.
Desde que transcurren los primeros fotogramas de Hunters, vemos la pantalla inundada de violencia, quizás innecesaria. Pero es esta misma violencia la que se significa como éxito de venta en una serie o película. Por extraño que resulte, la gente, el público del presente, está ávido de consumir productos audiovisuales llenos de sangre.
No es solo el caso de México, que atraviesa desde hace años una terrible crisis de inseguridad. Se trata del mundo entero, no hay rincón del planeta que esté exento de situaciones violentas y sangrientas. En lo personal, y después de percibir el entorno violento y teñido de rojo, lo último que pretendo es pasar el rato viendo más violencia, viendo más sangre.
Hace tiempo que deje de ver noticieros en televisión, he dejado de consumir productos mediáticos que ofrezcan contenidos violentos. Ya es suficiente con la cruda y áspera realidad de nuestro entorno. Las balas, la sangre y muertes por doquier, son elementos que sacian los morbos de millones de espectadores alrededor del mundo. No solo es Hunters, cualquier película o serie que en su contenido ofrezca estos elementos es sinónimo de éxito.
Como espectador estoy cansado de ver una y otra vez la crueldad usada por los nazis en contra de la población judía durante el Holocausto. Como realizador y como espectador, no observo justificación alguna en el exceso de violencia que se muestra en la serie Hunters. Son escenas sádicas, tan sádicas que no recrean momentos violentos del Holocausto en sus campos de concentración, el sadismo empleado en esta serie es concebido por sus realizadores.
Es momento de que las grandes compañías productoras y distribuidoras de contenido audiovisual, se planteen el uso del sadismo y la violencia extrema como elemento de venta. Es momento de que nosotros los espectadores, pongamos un límite con este tipo de exitosos y violentos productos.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
