Esta semana, 6 de febrero, fue el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, una práctica que aún existe en muchos lugares del planeta y es considerada como una violación de los derechos humanos de mujeres y niñas.

Comencemos con los conceptos

La mutilación genital femenina “comprende todos los procedimientos que, de forma intencional y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos”, según la OMS.

Puede causar complicaciones de salud a corto y largo plazo, incluido dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, ansiedad y depresión, complicaciones durante el parto, infecundidad y, en el peor de los casos, la muerte. 

Esta práctica se concentra en cerca de 30 países de África y de Oriente Medio y Asia meridional, así como algunos países asiáticos (India, Indonesia, Iraq y Paquistán) y algunas pequeñas comunidades de Latinoamérica. Asimismo, persiste en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en Norte América, Australia y Nueva Zelanda.

En la mayoría de los casos la práctica se realiza en la infancia de la niña, en algún momento entre la lactancia y los 15 años. La mutilación genital femenina que se práctica podría afectar solo en este año a unas 4.1 millones de niñas, en una violación grave a los derechos humanos, aseguró la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

“Tenía 12 años. Nunca he sentido un dolor tan intenso. Me lo hizo mi abuela, con un trozo de cristal y casi muero desangrada. Intenté oponerme, pero me dijeron que no podría entonces casarme y tener hijos. Poco tiempo después me casaron con un hombre 30 años mayor que yo. Todavía tengo secuelas físicas y psicológicas. Durante las relaciones sexuales solo siento dolor y rabia”. Es el testimonio recreado en la última campaña de Mundo Cooperante, que coincide con la celebración este jueves del Día Internacional Contra la Mutilación Genital Femenina (MGF).

La mutilación genital femenina no está considerada obligatoria por ninguna religión y no entiende ni de clases sociales ni de niveles educativos. Se realiza como parte de un rito hacia las mujeres que les da paso a la edad adulta o como requisito previo al matrimonio. Esta se asienta en estereotipos y roles de género muy marcados y se basa en la voluntad de privar a las niñas y mujeres de su derecho a disfrutar de su cuerpo y sexualidad.

La agencia de la ONU para la infancia enfatizó que el incremento de la mutilación genital femenina se debe a la creencia errónea de que los peligros de no realizarla son de salud, y no una violación fundamental de los derechos de la niña.

La ablación genital femenina realizada en centros sanitarios, ya sea en una clínica pública o privada, en el hogar o en otro lugar extremadamente común, hace que en Egipto y Sudán casi ocho de cada diez niñas fueron víctimas de esta mutilación por personal médico.

“¿Beneficios para la salud? Ninguno. ¡Solo daños!”, explica la OMS. La mutilación genital femenina no aporta ningún beneficio a la salud de mujeres y niñas, y simplemente “refleja una desigualdad entre los sexos muy arraigada, y constituye una forma extrema de discriminación de la mujer”.

Aunque la práctica se ha mantenido por más de mil años, hay motivos para pensar que se puede acabar con la mutilación genital femenina en una sola generación. Es por ello que las Naciones Unidas luchan por su erradicación plena para 2030. 

Gracias por leer. Te comparto la recomendación de esta semana: 

ACLARACIÓN
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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