El pasado miércoles 15 de enero, se estrenó en la plataforma de streaming Netflix, la docuserie El asesino oculto: En la mente de Aaron Hernández (Killer Inside: The Mind of Aaron Hernandez). La serie documental aborda como tema central el homicidio presuntamente cometido por el otrora estrella de la NFL, quien jugara en la posición de ala cerrada para los Patriotas de Nueva Inglaterra y, por el cual fue detenido, llevado a juicio y sentenciado a presidio perpetuo.
La historia de Hernández es de esas que cautivan a los productores de Hollywood. El documental recientemente estrenado, proporciona al espectador información a detalle de la vida personal e íntima de este ex astro del futbol americano. Algo completamente innecesario. No es tarea ni del ejercicio periodístico, ni del oficio cinematográfico documental, proponer juicios morales de ningún tipo.
A solo unas cuantas horas del estreno de este documental en serie, ya proliferaban todo tipo de opiniones alrededor de esta triste y sórdida historia. Aaron Hernández fue detenido el 26 de junio de 2013, desde ese momento fue blanco perfecto para todo tipo de juicios mediáticos. La televisión, la prensa escrita, medios alternativos y las redes sociales, encuentran en personajes como Hernández, el objetivo perfecto para lucrar, para culpar, para señalar. Ahora, gracias a esta producción de Netflix, otra vez la masa mediática se vuelve en contra de Hernández y su vida.
Aunque con esta historia, nosotros los espectadores podemos tener un acercamiento más próximo a la realidad que se vive entorno de quienes llegan a ser vistos y tratados como deidades. Contratos millonarios y lujos exorbitantes, acompañados de grandes condiciones físicas y atléticas, enmarcan las vidas públicas de gente como Aaron Hernández.
Me viene a la mente una película protagonizada por Will Smith, La verdad oculta (Concussion). Estrenada en 2015, esta historia basada en hechos reales, dirigida por Peter Landesman, narra los esfuerzos del médico Bennet Omalau (interpretado por Will Smith), para que la NFL reconozca y prevenga los efectos dañinos sobre el cerebro de jugadores de futbol americano expuestos a los continuos golpes en la cabeza.
Más que indagar sobre las preferencias sexuales o sobre sus relaciones familiares, el interés mediático debiera estar en el cuidado de la salud física y mental de los seres humanos convertidos en súper atletas que reditúan millones de dólares a sus empleadores. Basta ver la película Concussion o leer el extraordinario artículo que inspiró a la realización de esta cinta, Game Brain (Juego de cerebro), autoría de la periodista Jeanne Maria Laskas, publicado en septiembre del 2009 por la revista GQ.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
