Hace unos días compartí una publicación que leí, que decía que en la vida es importante tener un amigo que sea  espejo y sombra a la vez, ya que el espejo nunca miente y la sombra nunca se aleja,  creo sin duda que la amistad es  la elección de compañeros de vida, que en muchos casos se convierten en familia, cómplices, compañía, los amigos son aquellos seres que hablando con la verdad te dirán su punto de vista, que desperdician litros de saliva en darte consejos que muy probablemente no seguirás, que te dan el tesoro más valioso que poseen, su vida, su tiempo, que  te apoyarán aún en contra de tu decisión, y se alistan con el botiquín completo o en su caso con una botella de alcohol, cuando saben que es eminente la herida que te harás, los amigos no siempre son los mismos, lo cual esta bien si consideramos que nosotros tampoco somos los mismos con el paso del tiempo, los afortunados tenemos amistades que duran desde la infancia, que han pasado por pruebas y periodos complicados, que se han sometido a malos entendidos y que ello ha fortalecido la amistad.

A lo largo del camino vamos sumando personas nuevas a nuestra lista, con un poco más de años y experiencia podemos distinguir las amistades de ocasión, las amistades temporales, por costumbre, las laborales, las de fiesta, conocemos los defectos y las peculiaridades de cada uno de aquellos que nos rodean y son más cercanos a nosotros, con algunos compartimos gustos, y en otros casos tenemos amistades que son lo opuesto a nosotros pero que a la vez nos complementan.

Hoy estoy recordando a quienes se han quedado atrás, personas que pensé nunca dejaría de ver, personas que lo fueron todo, con quienes viví experiencias incomparables, personas que aún extraño y que fueron tan cercanas, que recuerdo como se recuerda a un viejo amor, personas que al irse dejan  un vacío digno de duelo, también recuerdo a aquellos que ya no están en este mundo, aquellas con las que reí y con las que también llore, con quien me divertí, con las que hable, a quienes escuche y me escucharon y a quienes hoy les agradezco haber sido en algún momento mi espejo y sombra.

Hace unas semanas y con motivo de las fiestas me reuní con un grupo de amigas, quienes nos hemos juntado los últimos veinticinco años, personas que conocemos en esencia pero que ya no sabemos que pasa en la actualidad en sus vidas, una amistad por cariño y costumbre, cada una de nosotras hemos tomado caminos diferentes, cada una se ha enfocado a su vida, la tertulia trascendió sin mayor problema, nos reímos, platicamos de temas superficiales, brindamos y dimos un pequeño obsequio, la reunión no dejo más que un bello recuerdo de una tarde divertida, fue lo que podría llamar una reunión dominguera, pero con el permiso de ellas me pondré a platicarles un poco más acerca de lo que ocurrió esa tarde, con mi mayor pesar debo decir que ninguna hablo de sí misma, de los problemas que evidentemente nos abruman, en un momento dado parecíamos amigas de comercial, cuando en realidad somos el prototipo de esposas desesperadas,  como toda buena historia tenemos a todos los personajes, parecería un desfile de clichés si mencionara cada una de las personalidades de quien ese día compartíamos la cena,  pero la pregunta evidente, ¿por qué después de tantos años de amistad no somos honestas entre nosotras mismas?  Hemos podido percatar el deterioro de nosotras, el sufrimiento, hemos sido testigos mudos del maltrato, del abandono, la soledad, la tristeza, en el momento incomodo de la noche descubrimos que la mitad del grupo era incapaz de comprender lo que la otra mitad vivía, fue triste darme cuenta que teníamos un llamado urgente a reencontrarnos, que nos extrañamos y nos hacemos falta, que urge un enfrentamiento de choque entre nosotras, que es momento de enfrentarnos, que es momento simplemente de vernos al espejo.

Muy probablemente la respuesta a mi pregunta anterior tiene que ver con el miedo a ser nosotras mismas, a que nos juzguen por nuestras acciones, o que nos enfrenten a nuestra realidad, el silencio no obedecía a otra cosa distinta que al temor de perdernos,  por eso retomo la frase anterior, los que tenemos la suerte de tener amistades desde hace muchos años, debemos regar la planta de la amistad, permitirnos evolucionar en grupo, y porqué no intervenir y gastar otros millones de litros de saliva en lo que probablemente no podemos modificar.

ACLARACIÓN
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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