¿Qué tal la navidad? Espero que mejor de lo que imaginaron. Después de la primer ronda de banquete y recalentado navideño, hay que alistarnos para el segundo festín: la cena de año nuevo. Una celebración con una dinámica y sentimiento diferente. Mientras la navidad nos invita a la reflexión entorno a la paz y el amor, la cena de año nuevo nos empuja a asumir nuevos retos y dejar atrás lo que nos evitó crecer más en el año que despedimos.
Además la cena de año nuevo nos trae aspiraciones como llegar con pareja al evento donde la mayoría sube sus fotos con su novia o novio, algo que no todas las personas pueden hacer aunque tengan alguien con quien podrían asistir a la cena, pero al estar en el closet, deben perderse de ese gusto que la mayoría presume a través de redes sociales.
Cuando las personas viven en el closet por su orientación sexual, una de las cosas que más pesan con el avanzar de los años, es la incómoda pregunta “¿y el/la novio(a) mijita(o)?”. Pregunta que bien puede venir del propósito de iniciar conversación o de una mala intención de incomodar pues en el fondo saben porque nunca ese sobrino amanerado o sobrina masculina no ha llegado con una pareja a los eventos familiares. Lo mejor es que las familias aprendan a ser más abiertos, es entendible que no todos los miembros entenderán que una sobrina llegue de la mano de otra chica, pero es una realidad que no podrán evadir toda la vida.
No olvidemos que como en esta celebración suele reunirse casi toda la familia, muchos aprovechan para platicar y compartir puntos de vista de economía, seguridad, gastronomía, música y por supuesto que hablarán de política. Y posiblemente en algún punto de la conversación saldrá el tema de la homosexualidad, en especial si de fondo suena una canción de Juan Gabriel, alguien no dudará en mencionar que aunque era “joto” era un “chingón”. Y de ahí se pasarán a decir que cada año más personas se “hacen gays” y quieren más derechos o la frase favorita de los homofóbicos tibios: “no soy homofóbico, pero&que no adopten; no se casen; no se besen en público; no quieran ser mujeres, etcétera”. Eso no es más que homofobia y sobre todo ignoracia.
Si eres aliado y sabes que en tu familia alguna prima o primo es gay no permitas que el resto de tu familia se sienta cómoda hablando de forma despectiva de la orientación sexual de otros, pues si la oveja arcoíris de la familia sigue en el closet, más tardará en atreverse a vivir con libertad y sin apariencias. O si eres la oveja arcoíris que ya se salió del corral y vive en la pradera del orgullo, aprovecha para dar cátedra de lo que es la homosexualidad y despéjales algunas de sus dudas, pues la ignorancia sólo se combate con educación y diálogo, este último es difícil de entablarlo pues muchas veces las preguntas pueden ser incómodas, pero bien vale la pena pasar el embarazoso rato para que la familia sea más respetuosa y esté informada con otros estilos de vida.
En general, seamos partidarios de que las cenas decembrinas sean espacios seguros para todos, en las que las únicas personas ausentes sean quienes ya partieron de la vida terrenal. No hagamos preguntas inapropiadas y en su lugar hagamos comentarios de inclusión dando señal que hay puertas abiertas y confianza para todos. Dejemos a un lado los comentarios y chistes homofóbicos que sólo dañan la confianza de quienes son homosexuales, provocando burla y vergüenza en sí mismos. Y si la familia no parece querer respetar la vida de los otros, quizá es momento de guardar distancia y pasar las fiestas con quienes aceptan la diversidad y dan apertura a todas las condiciones.
Celebremos un año nuevo libres de prejuicios y trabajemos por un 2020 incluyente, informado y respetuoso. Que la ignorancia y la intolerancia contra la diversidad sexual deje de atentar contra la vida de otras personas y exista justicia para las víctimas de crímenes de odio. FELIZ AÑO 2020.
