Los seres humanos buscamos una manera de compensar, de una u otra forma siempre estamos subsanando nuestras carencias, nuestras insatisfacciones, remediamos desde niños un sufrimiento con un dulce, una injusticia con un premio, siempre una cosa con otra, eso nos lleva a que con él paso de los años sea más difícil encontrar algo que nos ayude a sentirnos satisfechos, cuantas veces hemos escuchado que las personas con mayor poder adquisitivo tienden más a volverse adictos, que aquellos hombres o mujeres que han probado demasiadas experiencias sexuales se vacían de ellos mismos, aquellos que viven en la fiesta se aburren con todo, aquellos que viven viajando se pierden, y es que es muy fácil que nos dejemos llevar por los vicios de todo tipo, nos volvemos adictos, a las compras, al trabajo, al cigarro, al alcohol, a una persona, a una relación, a las drogas, a la música, a leer, a todo aquello que nos dé un paliativo en el camino de la vida cotidiana, un día escuche una frase que en su momento me pareció falsa pero que con el paso del tiempo he llegado a entender y respaldar: un vicio solo se quita con otro, y tiene toda la lógica si consideramos que el vicio en cuestión esta siendo utilizado para llenar un vacío emocional, por lo que si lo intentamos dejar, si nos apartamos de él, el vacío causa de nuestra carencia sigue ahí, en el mejor de los casos intacto, pero es más común que el vacío sea más grande formado por nuestra carencia y el hueco que deja la insatisfacción, lo que me lleva a pensar en las palabras que hace muchos años me dijo un amigo, tarde o temprano va a explotar, conozco personas que con tal de llevar la fiesta en paz se adaptan a un modo de vida el cual los mantiene completamente insatisfechos, hombres y mujeres que dejan de hacer algo que les gusta por quedar bien, incluso por su bien, que se cierran como ollas de presión guardando en si mismos sentimientos profundos de resentimiento y culpabilidad ante ellos mismos, personas que si pudiésemos ver a través de ellos encontraríamos que están hechas de insatisfacción, personas que en compañía se sienten solas, que estando donde estén les hace falta algo o alguien, que simplemente no son felices.
En ocasiones consideramos que tenemos el control sobre la situación sin darnos cuenta que el día a día nos consume mermando de a poco nuestra fortaleza y ganas, en muchas otras situaciones es aún peor cuando piensas que no tienes ningún tipo de vicio, autoengañándose, pensando que solo por actuar de acuerdo a nuestra educación o tradiciones estamos en el buen camino, debemos buscar el origen que nos lleva a tener ese vicio, la razón de nuestra insatisfacción, el deseo reprimido, hace unos años conocí a una persona que sin lugar a dudas era de las afortunadas pues conocía la causa de su insatisfacción, había sido separada de la persona que amaba y fue hasta diez años después cuando se reencontraron que encontró la paz y estabilidad que estaba buscando, durante esos diez años ella había tenido parejas, amistades, amores, había conseguido buen trabajo, había viajado, y nada le hacía sentir plena, durante esos diez años, no dormía, y cuando lo hacía no descansaba, siempre dudaba, era fanática del celular, de los juegos, de las redes sociales, llenaba sus silencios con ruidos incomprensibles, y de la noche a la mañana cuando por fin pudo estar con su amado su vida cambio radicalmente, no quiero decir que fuera magia, porque a fin de cuentas aún conserva los rastros de la persona que fue, aún se encuentra subsanando los errores de su vida cotidiana, y en algunos momentos se muestra insegura, pero lo cierto es que está satisfecha.
Cuantos de nosotros somos una olla de presión, a punto de explotar, cuantos usamos de válvula algún paliativo, cuantos estamos en el proceso de convencernos, de resignarnos, de conformarnos, para esperar a que el tiempo haga lo inevitable demostrándonos día con día como se pierden las ganas de vivir, cuantos hombres y mujeres están en el alcohol, en las drogas en una relación tóxica, solo para no trabajar en el inevitable enfrentamiento que tienen que vivir con ellos mismos, y más ahora que estamos en vidas paralelas entre lo tangible y lo virtual, que podemos fingir ser quienes queremos que los demás vean de nosotros mismos, cuantos demostramos lo que realmente somos.
Somos entonces una especie que siempre se ha encontrado a punto de la explosión, una especie controlada por consecuencia de nuestros propios actos, si nos remontamos al origen podremos deducir entonces que en nuestra libertad dejamos de aportar para el crecimiento perjudicando a los seres de nuestro alrededor, por lo tanto debieron imponernos leyes, y normas que pudieran encausar nuestro comportamiento y que nos permitieran vivir en una sociedad estable, derivado de lo mismo cada vez nos vimos más obligados a seguir ciertos patrones de comportamiento, algunos inclusive en contra de nuestra propia naturaleza, y hoy como resultado somos seres individualistas a punto de la explosión, con carencias, y vacíos, en búsqueda constante de una felicidad impuesta, de un bienestar cómodo y de una paz inventada.
Tanto como sociedad como seres humanos tenemos la opción , si en estos momentos aún no hemos explotado tenemos el control de calcular la fuerza del desastre, regresando al ejemplo de la olla, si la destapamos con una fuerza y temperatura controlada muy probablemente evitemos el desastre pero si permitimos que llegue al límite la explosión será tan fuerte y descontrolada que manchara todas las paredes dejando un inevitable caos, así que retomando lo dicho si eres afortunado de conservar el control es tiempo de trabajar y solucionar los orígenes del caos, y si no pues no queda nada más que limpiar y realizar el recuento de los daños, seguramente la crisis te ha llevado a tener una intervención radical, que permita empezar a solucionar tus problemas.
