Luego de la marcha por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, un usuario de redes sociales sugirió que los hombres realizaran un movimiento similar con lo que consideró una calca de lo ocurrido el pasado martes en la Ciudad de México. Su propuesta fue más o menos así:
“Convoco a una marcha a favor del machismo, el itinerario es salir con la verga de fuera a romperle la madre a todas las mujeres que se nos atraviesen, quemar monumentos, rajarle su madre a cuanto mobiliario urbano se nos atraviese porque somos hombres. Ni uno más. Total 2 mil años de evolución humana se resume en esta tan bien vista y aceptada forma de protestar”.
Esta idea concentra algunos de los reclamos comunes que detractores emiten después de cada manifestación de carácter feminista o en exigencia de justicia por violaciones a derechos humanos de mujeres, especialmente cuando dentro de estas expresiones hay presencia de actos violentos contra hombres y, principalmente, infraestructura pública y en ocasiones, privada, ejercida por una minoría que termina por llevarse los reflectores.
La crítica publicada por el usuario de Facebook (hombre, aunque recibió respaldo de varias mujeres) echa mano de varios argumentos equivocados que son utilizados con frecuencia y cuya aclaración es indispensable no solo para evitar el engaño, sino también para consolidar una discusión urgente y necesaria con elementos que permitan elevar el discurso de ambos lados en pos de soluciones reales.
El primer yerro es considerar al machismo como equivalente al feminismo. Aquel es una expresión cultural de violencia basada en diferencias de género que padecen hombres y mujeres, aunque no por igual, pues mientras los hombres estamos sometidos al cumplimiento de roles de dominación y violencia (para quienes dicen que deberíamos reclamar porque las mujeres no hacen servicio militar obligatorio, deberíamos reclamar que nadie lo haga), las mujeres son el principal blanco de las expresiones físicas y psicológicas de violencia ejercida por los hombres.
Mencionar que en la hipotética marcha machista saldrán “con la verga de fuera” intenta desacreditar a las mujeres que muestran alguna parte de su cuerpo desnudo a manera de protesta. Este tipo de acciones suele generar escozor, pues quienes la consideran innecesaria y flagrante muestra de exhibicionismo y necesidad de atención, desconocen o pasan por alto que, históricamente, el cuerpo de la mujer ha sido enajenado y utilizado como moneda de cambio o reclamado como propiedad de quien ocupa una posición de poder (casi siempre hombres), de modo que el desnudo es una expresión de liberación y reivindicación del cuerpo femenino.
Lo anterior no ocurre en el caso de los hombres, quienes, sin embargo, tenemos también cadenas que arrastramos en el cuerpo y que derivan de las misas bases ideológicas que generan el machismo, por lo que bien nos haría emular a la mujer, que en el tema de la reivindicación corporal nos lleva la delantera por mucho.
Lo de “romperle la madre a todas las mujeres que se nos atraviesen” es también asunto complejo. En este tema no hay vuelta de hoja: repruebo cualquier tipo de violencia ejercida contra personas durante manifestaciones; ya sean golpes, pintura o agresiones verbales, todo injustificado. Cabría explicar que en muchas ocasiones varones pecan de necedad al querer protagonizar, participar o inmiscuirse en un movimiento que muchas veces se ha declarado exclusivo femenino. No obstante, reitero: toda violencia es injustificada.
En un mundo ideal, las manifestaciones de descontento social serían pacíficas ante la carencia de enojo y rabia colectiva provocadas por sistemáticas violaciones a derechos humanos, ¡vaya!, en un mundo ideal las protestas ni siquiera existirían. Pero no vivimos en un mundo así y nuestro país está muy lejos de siquiera soñarlo. En este sentido no respaldo la furia descargada en los bienes públicos; no obstante, considero urgente enfrentar y priorizar las causas y no los efectos. Entender, antes de espetar. No sabría qué sería capaz de hacer si un familiar fuera víctima de desaparición, violación u asesinato.
“Ni uno más”, reclamaría el usuario de Facebook en su imaginativa protesta. A diario asesinan hombres, en mayor cantidad que a las mujeres, es cierto, las cifras son contundentes. Haríamos bien en reflexionar en las causas de los asesinatos de unas y otros. Sorprendentemente (o no), nos toparíamos con la misma base, una cultura patriarcal que impone roles a hombres y mujeres, la cual se expresa de diversas formas, entre ella la violencia machista que arrasa con estos y otros géneros. El feminismo aporta conceptos y categorías que nos permiten identificar estas formas socioculturales. La mujeres, hundidas en la pirámide de opresión junto con otros sectores, una vez más llevan la delantera en la identificación y análisis de estas condiciones.
“Total 2 mil años de evolución humana&”. Aquí me quedo sin comentarios. Si acaso podría decir, aunque intento no ser categórico al respecto, qué daño nos ha hecho la religión.
