Muchos de nosotros estamos supeditados a realizar nuestros estudios académicos como lo marca la convencionalidad, sin embargo, voy a platicarles algunas experiencias de conocidos y propios que me ponen a pensar nuevamente en la teoría de que no hay nada mejor para cada quien que lo que es para cada quien.

Hace unos años me desempeñe como coordinadora de promoción de una universidad prestigiada a nivel nacional, para mí era un poco caótico el encontrarme con un alto porcentaje de alumnos que estaban a punto de egresar del bachillerato o su equivalente y que no sabían que estudiar, algunos de ellos estaban dispuestos a dedicarse el resto de su vida profesional a la carrera impuesta por su familia, otros a la teoría de inscribirse a las carreras que según ellos les representaría menos retos o que no tuvieran tantas matemáticas, algunos de ellos querían carreras artísticas o deportivas que no estaban bien vistas por sus padres, por lo cual se escribían a carreras que  no querían.

En otros casos los alumnos ya cursando la carrera se veían obligados a abandonarla ya fuera por falta de recursos económicos, por embarazo, o por situaciones ajenas a ellos mismos, estos alumnos sin lugar a duda tenían que incorporarse al mercado laboral, y en muchos casos continuar así su vida sin concluir la parte académica, pero es que no podemos cuestionar la capacitación de algunas personas que durante años o décadas han desempeñado una función específica que en muchos casos los vuelve más capacitados que aquellos que recién egresan de una licenciatura.

Ojalá viviéramos en un mundo que apreciará la capacitación de la calle igual que la de un libro, existen errores, decisiones y circunstancias que cometemos que nos llevan a vivir una vida que no buscamos, que no nos llena y que sin lugar a duda no queremos.

La buena noticia es que esto no se termina hasta que se termina, incluso después de los peores momentos, de los conflictos más grandes, o de los desastres devastadores, todavía existe la esperanza de despertar al siguiente día y tener una segunda oportunidad., esta última reflexión aplica para todo en la vida, solo depende de factores que no se deben perder de vista pues son el impulso para lograrlo.

El primero de ellos es sin lugar a duda la conciencia de que el único limitante para ser quien queremos ser es uno mismo, para bien o para mal debemos ser quien realmente somos, depende de nosotros tomar las decisiones de nuestras vidas, no olvidemos que podemos equivocarnos una y otra vez, nuestros errores no nos limitan, nuestros temores por el contrario nos mantienen en el error.

Nunca es tarde para retomar el camino estudiar lo que nos gusta, especializarse o mantenerse actualizado, nunca es tarde para emprender aquello que deseamos, y si por algún motivo dejamos de hacer aquello que nos hace feliz buscarlo sin parar, sin miedo, recordemos que el tiempo se termina, y estar donde no queremos estar es mentirnos y ninguna relación basada en una mentira va a sobrevivir.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *