Todas las posiciones dentro de la producción de una película son importantes. Pero hay una que es esencial para que una película tenga la posibilidad de existir: el director de fotografía. Recuerdo las breves palabras con las que uno de mis primeros maestros de cinematografía definía al fotógrafo de cine, el argentino Rodolfo Denevi decía: “es ese ser que toma la luz como un pincel para pintar un cuadro en movimiento&”

Yo siempre he afirmado que el director de fotografía se convierte en la mirada del director. Para tal efecto, la relación director cinefotógrafo, tiene que ir más allá de un ya de por sí complejo intercambio de ideas y conceptos dentro un complejo lenguaje propio del cine.

En mi caso como director, he tenido la buena fortuna de haber compartido set con muy buenos directores de fotografía, donde ha predominado el factor humano, antes que el profesional. Uno de los primeros fotógrafos de cine que conocí y con quien después tendría una sólida relación laboral y una muy buena amistad es Jorge Rubio Cazarín.

Después de años de no verle ni hablar con él, hace meses dentro de un festival de cine, tuvimos algunas breves charlas, siempre con el cine como elemento principal de estas, ahora, en otro festival de cine, nos hemos vuelto a encontrar. Compartimos un desayuno, mismo que se convirtió en el marco de una plática de horas, llena de recuerdos, anécdotas y nostalgia por el cine que se ha ido.

Jorge Rubio, nació y creció dentro de un mundo lleno de cine, su padre Don Jorge, a quien admiro y respeto, ha visto pasar, ha impulsado y ha trabajado con generaciones que completan más de medio siglo de trabajo en el área. Si alguien sabe de cine en México, son ellos, padre e hijo.

En este encuentro que tuve con Jorge Rubio, recordamos algunos proyectos que compartimos, él siempre como director de fotografía, yo lo acompañé desde distintas posiciones. Quizá él no lo sepa, pero ha sido fundamental el aprendizaje que me dejó en los años de colaboración, en los tiempos que formamos una inolvidable amistad.

Fue imposible no recordar la extraordinaria aventura cinematográfica que nos llevó a rodar a África, mi ópera prima como director: Cerca del Olvido, es una película documental magníficamente fotografiada. Para quienes la hicimos fue un reto mayúsculo, para e, director de fotografía Jorge Rubio, el desafío fue mayor, haber registrado la belleza del mítico Sahara apoyado solo con la luz natural, es algo que no me canso de admirar.

No importa que se tomen caminos diferentes, las películas preservan más que una colección de imágenes y sonidos. Para mí las películas dejan recuerdos imborrables, de amistad y de aprendizaje. Jorge Rubio, mi amigo, el director de fotografía, mi maestro de cine.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *