¡Me rompieron el corazón! Todas hemos pasado por ese momento, nos han roto el corazón una, dos, tres, cuatro& ¿cuántas veces? ¿me rompí? ¿sobreviví?
Tener relaciones sexo-afectivas sanas, amorosas, tiernas, cuidadosas y responsables, parece ser algo casi imposible en esta época de “el amor en tiempos de la tecnología” . Sentir que nuestro corazón se hace cachitos, no nos hace ser menos feministas o nos resta puntos en la conquista de nuestra autonomía.
A mí me rompieron el corazón, tuve sentimientos encontrados y me permití ser sincera.. Me permití ser completamente vulnerable con el que fue mi pareja por varios años. Y así quedó mi corazón: fisurado, desdoblado, abierto.
Comencemos con los conceptos
Mucho se ha escrito en este último tiempo sobre el amor. En otras palabras: diferentes formas de amar a otros. Cabe, en medio de este debate sobre nuestros vínculos, preguntarnos: ¿Cómo es el vínculo con nosotras mismas? No necesariamente porque “si no nos amamos a nosotras mismas nadie más lo va a hacer”, sino porque quererse es valioso y disfrutable en sí mismo. El amor propio tiene que ver con complejos procesos de construcción y deconstrucción, subjetivos, emocionales y sociales, y es por ello, un tema imprescindible en la agenda feminista.
Cuando una relación termina y el descubrimiento de mentiras, engaños y deslealtades cubre el panorama, lo único seguro que nos queda es amor propio.
El amor propio implica reconocernos dignas y valiosas en un contexto que generalmente nos dice lo contrario, implica dejar de utilizar una vara externa para medirnos y comenzar a elegir lo que nos define, a elegirnos. Este amor es el que nos hace salir de los baches en los que podemos caer, es el mismo que permite saber que estamos dispuestas a perdonar, a olvidar y retomar. Y cada una de nosotras debemos estar conscientes de la fuerza y el valor que tenemos al ser poseedoras de el único amor leal, valiente e inquebrantable en la vida.
En la vida siempre existirán momentos difíciles que nos pondrán a prueba, pero siempre saldremos adelante por el amor que nos tenemos a nosotras mismas y para ello debemos dejar atrás lo que nos daña, lo que no nos hace feliz, lo que nos hiere, lo que nos rompe.
“El día en que una mujer pueda amar, no desde su debilidad sino desde su fuerza, no para escapar de sí misma sino para encontrarse, no para rebajarse sino para afirmarse, ese día será para ella, como para los hombres, una fuente de vida y no de peligro mortal”, decía la lúcida Simone de Beauvoir desde la segunda ola feminista de los ’70. A esas mismas palabras, hoy tiene vigencia, y es que debemos permitirnos ser valientes, ser únicas, afrontar el duelo que cada rompimiento implica pero salir de ello, encontrarnos y tomar las riendas del sendero de la vida.
En todas mis rupturas, despedidas, desencuentros lo que siempre ha quedado es el amor por mi, y ahora las invito a que cada una de ustedes se permita sanar las heridas y corazones rotos que traemos cargando, transitar desde la negación, el dolor, la profunda tristeza, la culpa, la negociación, el coraje, el enojo, para al final llegar a buen puerto, a nosotras mismas, enteras, solas, más no desoladas. Porque ahora abrazo y celebro que me tengo todita para mí.
Te dejo la recomendación musical de esta semana. Gracias por leerme.
