México está al borde de convertirse en un Estado fallido. El mismo México que fue el gran país de América Latina.

Sus instituciones, su economía, el Estado de derecho y balance de poderes, se encuentran al borde del abismo. Solo bastaron 11 meses para que el país, que ya se encontraba en una precaria situación, comenzara a desplomarse en caída libre. 

Para entender ello, es necesario conocer la diferencia entre desaceleración y frenado. Lo ejemplificaré con un automóvil a 100 km/h: si sueltas el acelerador, el coche mantendrá una inercia que le permitirá avanzar aún por un buen tramo antes de llegar a un alto total; mientras que si aplicas el freno, el tramo para llegar al alto total será mucho más corto.

Ahora veamos cómo está sucediendo en nuestro país. La economía sostenía un crecimiento del 2% inercialmente con Enrique Peña Nieto, a pesar de que no hizo mucho por acelerarla, y si no hubieran existido cambios de política económica, el país podría seguir creciendo a un ritmo similar. 

Sin embargo, pareciera ser que a AMLO le dieron un manual titulado: “Cómo hundir a México en menos de un año, para dummies”, y que lo ha seguido al pie de la letra poniendo un freno radical al crecimiento económico.

Ustedes pensarán hasta este punto que hablo solo de una problemática económica, pero la realidad es que esa es solo la punta de un iceberg que proviene de una serie de problemas multifactoriales mayormente preocupantes.

Al día de hoy y sin entrar en mucho detalle, les doy un resumen de la absoluta incompetencia del Presidente y su gabinete:

Ha debilitado las bases del Estado de derecho, sometiendo el país al crimen organizado. 
Ahuyentó a los inversionistas públicos y privados tomando decisiones absurdas, necias y sin sustento, como Santa Lucía, Dos Bocas y el Tren Maya.
Apretó tanto el presupuesto, que arriesgó la salud y la seguridad del país; pero mantiene programas clientelares y dádivas electorales.
Hoy es más criminal ser productivo, que ser delincuente. Impulsa leyes contracíclicas con un Congreso raptado por el populismo. 
México no tiene relaciones de largo plazo con ningún país relevante de la política económica o social. El Presidente no asiste al G20, por ejemplo, y solo se reúne con países de poca monta con los que puede mostrar superioridad. 
Ha diluido a las instituciones y centralizado el poder. Desde el Congreso de la Unión, ahora la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el INE y organismos públicos descentralizados.
Es intolerante, no entiende razones, y hoy ya es enemigo de la prensa que no piensa, no analiza y que no tiene “los mismos datos” que él. Si no publican su razón, se convierten en enemigos del Estado.
No escucha a nadie y habla por todos. Calla a la sensatez y hace alarde de la estupidez.
Está acostumbrado a tapar con “circos” las realidades de su mandato.

La economía se ha frenado, la pobreza aumenta, el Estado de derecho se debilita y, lo que desgraciadamente seguirá, será una escalada de delitos sin precedente, originados por el hambre y la falta de justicia.

Ahora tendremos que conformarnos con los recuerdos del año 2012, donde tuvimos el Mexico”s Moment; fuimos la economía emergente del momento, todo mundo tenía grandes esperanzas en nosotros y, bueno, simplemente nos hundimos por la incompetencia de Peña Nieto que nos estancó y de AMLO que tiene prisa por hundirnos.

¡Es momento de despertar! Más vale corregir nuestros errores, que mantenernos en ellos esperando que no pase nada. Votar por el cambio siempre será bueno, pero me parece que la gente confundió cambio con un mesías ávido de poder y asiduo a las falsas promesas disfrazadas de milagros.

Involúcrate y participa, no permanezcas ajeno a lo que sucede. Por favor manifiesta tu inconformidad, como puedas pero hazlo, no te quedes callado y al margen. 

¡Despierta! Tu país, tu México, te necesita. 

Así, #SinMordaza

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